En España, el nivel global de recuperación del sector fitness se mantuvo en un 64% en octubre

En España, el nivel global de recuperación del sector fitness se mantuvo en un 64% el mes pasado, según un estudio realizado por Pablo Viñaspre, director de la consultora FitnessKPI. En este informe se detalla que la industria todavía está un 36% por debajo en la recuperación, según el índice global que utiliza Viñaspre para su análisis.

“El hecho de que en los meses fuertes de captación (septiembre y octubre) el sector no haya experimentado una recuperación notable hace pensar que en los meses que quedan hasta final de año no veremos mejoras sustanciales. En cantidad de altas, la recuperación se estabilizó en un 61%, es decir, 49% por debajo del mismo período respecto a 2019”, dice Viñaspre.

“La máxima recuperación en altas se consiguió en julio con un 75%, pero a partir de ahí bajó hasta los valores actuales. El COVID-19 ha hecho perder gran parte de la captación de socios de estos meses y los gimnasios deben seguir trabajando en la captación en noviembre (Black Friday) y diciembre, y empezar a pensar en los próximos meses fuertes de captación”, añade.

Por otra parte, en el análisis de Viñaspre se destaca que las bajas de clientes en octubre fueron de un 21%. “Con la tendencia de reducción de bajas que veíamos en meses anteriores, esperábamos un mejor dato para octubre, pero no ha sido así y todavía no se ha conseguido estabilizar el número de bajas”, señala.

“Lo importante en este momento es que todas estas bajas que se producen por culpa del COVID-19 no sean bajas reales y mantengan el vínculo como socios del gimnasio, aunque sea con la cuota congelada. Esto es importante porque llegará un momento en que se pueda recapturar a esos socios que se fueron y acelerar la recuperación”, opina Viñaspre.

Los accesos a gimnasios tuvieron una recuperación del 60% (40% por debajo de lo habitual). “Los accesos se están recuperando peor que los socios, lo que significa que los gimnasios tienen todavía un paquete de socios que no se han dado de baja pero que tampoco están acudiendo a las instalaciones o lo hacen con muy poca frecuencia por miedo”, afirma.

“Está claro que la situación actual del COVID y las noticias que difunden los medios de comunicación siguen teniendo un gran efecto sobre los datos que vemos. El freno en las altas, junto con el aumento de bajas que todavía persiste, son una gran amenaza para los gimnasios, que pueden seguir viviendo una bajada de socios en los próximos meses”, concluye Viñaspre.

La fidelización resulta de la consistencia en el servicio

Un gimnasio con elevados estándares de calidad tiene procesos bien definidos y el esfuerzo de la gestión se basa en que dichos procesos no sufran alteraciones. Uno de los términos más debatidos en el sector del fitness es de la fidelización. Se han escrito artículos, dedicado seminarios enteros y, de un tiempo a esta parte, incluso nos planteamos la incorporación de una nueva función en el organigrama de nuestros gimnasios: la de Fidelity Manager, un directivo responsable de la ardua tarea de mejorar la experiencia del cliente, supervisando la forma en que se presta el servicio e implementando otras acciones en las que el usuario es el protagonista. En diversas ocasiones he leído artículos basados en la misma idea: para obtener un buen ratio de fidelización debemos conocer al cliente, saber qué piensa, qué quiere, qué objetivos tiene y así detectar sus necesidades reales y darles solución. Pero hoy, ya con algunos unos años en la espalda, esa idea me parece algo ingenua y poco acertada. Y todo esto me lleva a plantearme los siguientes interrogantes: ¿Es viable un estudio del cliente de tan grande dimensión? Y, si así fuera; ¿la información que logremos reunir sería fiable y certera? ¿Podremos darle esa solución personalizada siempre, cada día, sin excepciones? ¿Qué recursos deberíamos destinar para recabar esa información? Antes que alguien dude de si estoy siendo constructiva en mi planteo, voy a dejarles otra pregunta pero bajo el supuesto de que tenemos toda esa información del cliente, y con la certeza de que esa información es fiable. Y ahora, ¿cómo conseguimos materializar esa información sobre el cliente en mejores ratios de fidelización? Creo que no es importante en la fidelización conocer al cliente, sino conocernos a nosotros mismos, nuestro modelo de negocio y los procesos que lo facilitan. Tener perfectamente definidos nuestros estándares de calidad. Fijar qué es innegociable y qué es lo permisible. Y, luego claro, ser siempre rigurosos en su cumplimiento. Huyendo de la ambigüedad diría que la fidelización no surge exclusivamente de la experiencia del cliente o de su calidad relacional en el gimnasio, que por supuesto ayuda;  sino de la llamada consistencia del servicio: un gimnasio con elevados estándares de calidad tiene procesos perfectamente bien definidos y el esfuerzo de la gestión se basa, de forma directa o indirecta, en que dichos procesos no sufran alteraciones, cumpliendo punto a punto los estándares de calidad preestablecidos. Cuando un cliente llega a clase y la sala no está limpia, perdemos consistencia en el negocio. Cuando el profesor llega tarde o no tiene su mejor día, perdemos consistencia en el servicio. Cuando se cobra un recibo duplicado al cliente, perdemos consistencia. Cuando el material es insuficiente para la cantidad de socios en una actividad, perdemos consistencia. Cuando el agua de la ducha sale fría, perdemos consistencia. Claro que estos son todos casos “excepcionales”, pero la suma de todas esas excepciones hace que nuestro servicio resulte inconsistente, lo cual produce la lógica insatisfacción de nuestros clientes y afecta nuestros ratios de fidelización. Porque el cliente no perdona, ni lo necesita ni lo desea. Perseguimos la fidelización del cliente haciéndole partícipe de ello, insistiendo en descubrir los intríngulis de sus necesidades y prioridades cuando tan solo es un consumidor que espera recibir de nosotros lo que ha comprado. La llave de la fidelización está en nosotros. Si queremos clientes fieles simplemente esforcémonos por darles la calidad prometida, la que esperan, ni más ni menos. Y evitemos las sorpresas, dejando la calidad de nuestro servicio a merced del azar o de la dinámica de la operación diaria. Seamos impecables en la gestión y en el diseño de los procesos. Rodeémonos de esas personas capaces de generar un buen ambiente de forma innata, esas personas que desprenden alegría y autenticidad. Cualquier acción dirigida a mejorar la experiencia del cliente en el gimnasio es bienvenida y como tal, suma a la fidelización. Sin embargo no es la panacea, no afectará al grueso de los resultados y de ningún modo podrá compensar los daños producidos por un servicio inconsistente. Por supuesto que el cliente es el centro, pero no el centro de nuestra gestión sino del negocio. Nuestra gestión debe centrarse en nuestro negocio, en privilegiar la calidad y será esa calidad la que propiciará de forma natural la fidelización del cliente. Pensando en una gestión eficiente y optimizada creo que hay batallas que no son nuestras pero hay guerras que nos necesitan de verdad. Gestión impecable, modelo de negocio bien definido y profesionalismo al máximo de todo el equipo. Y entonces sí: ¡Bienvenida Fidelización!

Planificar antes de comenzar a trabajar

El paso más importante para cuidar nuestros activos -dinero, tiempo y energías- es pensar antes de activar el piloto automático con el que solemos funcionar a diario. Por más dinero, capacidades, contactos o experiencia que acumulemos, todos tenemos un recurso limitado: el tiempo. Éste escapa completamente de nuestro control y por más esfuerzos que hagamos, nuestros días siempre tendrán la misma cantidad de horas. Sin intenciones de entrar en debates de tinte económico o político, se puede afirmar que en Latinoamérica se está viviendo en un contexto de crisis y, por lo tanto, hacer una gestión inteligente de todos nuestros recursos no es deseable sino completamente necesario. En la entrega anterior de la revista -no te la pierdas- definíamos a la productividad personal como el arte de "hacer más cosas con menos recursos". En esta edición, el foco estará puesto en esas "cosas" y en el cuidado extremo de esos "recursos". Cuando termines de leer este artículo vas a tener una nueva mirada sobre cómo llevar a cabo las tareas diarias. El paso más importante para cuidar nuestros activos (dinero, tiempo y energías) es pensar antes de actuar, planificar antes de comenzar a trabajar en piloto automático.  El grandioso autor y emprendedor Tim Ferriss sostiene que "lo que hacés es más importante que cómo lo hacés. Hacer algo bien no lo convierte en importante". Entonces, ¿por qué es importante planificar antes de actuar? Porque podés estar trabajando todo el día sin parar y sin embargo no haber avanzado en las cosas importantes que tenías que hacer. Es decir que trabajaste por trabajar, que trabajaste sin sentido ni dirección... que te mantuviste ocupado pero no productivo. Ahora bien, ¿cómo saber a qué tareas prestarle más atención o a cuáles destinarle más recursos? La respuesta nos la dio un italiano llamado Vilfredo Pareto que, hace más de un siglo, dijo que en muchas situaciones, aproximadamente el 80% de los efectos provienen del 20% de las causas. Lo que alguna vez este señor aplicó a la división económica en la sociedad italiana, hoy podés aplicarlo para aumentar tanto tu productividad personal como también la laboral. Pongamos a prueba el principio de Pareto en las siguientes cuatro situaciones.
  1. Encontrar a tus clientes ideales: El 20% de tus clientes te da el 80% de tu facturación. Poné atención entonces a cuidar a estos pocos clientes y destiná el resto de tus recursos a buscar más clientes como esos del 20%.
  2. Mejorar la retención y fidelización de tus clientes: El 80% de las quejas de nuestros clientes proviene del 20% de las funcionalidades de tu producto o servicio. Detectá cuáles son estas causas e intentá corregirlas lo antes posible. Al eliminar esos reclamos, liberamos los recursos que estábamos destinando al soporte y podemos poner el foco en conseguir más de esos clientes ideales del punto anterior.
  3. Encontrar las redes sociales más eficientes para tu negocio: El consejo popular es "tu negocio tiene que estar en todos lados", pero lo cierto es que el 20% de tus redes sociales te va a dar el 80% de la interacción o ventas. Lo más sabio sería destinar tus recursos a aprender y perfeccionar tu comunicación en las redes en las que tenés mejor "enganche" con tus clientes. Es mejor tener una presencia excelente en pocas redes a tener una presencia mediocre o pobre en muchas.
  4. Llevar tu productividad personal a las nubes: El 20% de las tareas que hacés te da el 80% de los resultados positivos. Entonces tenés que enfocar tu atención a esas pocas tareas que crean el mayor impacto. Esto te va a hacer ahorrar enormes cantidades de tiempo y vas a poder poner el foco de tus recursos en esas tareas específicas. El 80% de tu satisfacción y felicidad también vienen del 20% de las cosas que hacés día a día.
Vale la pena aclarar que no siempre la relación es 80/20 sino que lo que se mantiene es la disparidad "mucho/poco", incluso llegando a 99/1 en algunos casos. Muy probablemente alguna vez en tu vida te habrás enfrentado al consejo de "trabajá más duro" o "dedicale más tiempo". Ahora sabés que en lugar de trabajar de manera bestial existe otro camino: pausar, pensar y actuar de manera inteligente. No por nada el principio de Pareto recibe también el nombre de "mínimo esfuerzo y máximo impacto". Mucho se ha escrito sobre el principio 80/20 y el autor británico Richard Koch, en el primero de sus dos libros dedicados al tema, resumió de manera genial el beneficio de aplicarlo a tu vida personal y laboral: "El principio permite a cualquiera obtener resultados extraordinarios sin un esfuerzo extraordinario". Con esta nueva herramienta, te desafío a lo siguiente: tomá nota de las tareas que tenés que hacer y pensá en el impacto que tendrán en tu vida personal y laboral. Mirá cada una de esas actividades y cuestioná si de verdad son importantes, sin miedo de eliminar aquellas que no lo sean o que no te muevan en la dirección de tus objetivos. ¿Tenés la lista? ¡Ahora sí podés "trabajar duro"! Gracias a lo expuesto, podemos redefinir entonces a la productividad personal como el arte de "hacer más cosas importantes con menos recursos". Antes de pasar de página hacete la siguiente pregunta e intentá contestarla de manera sincera: ¿Estoy siendo productivo o me estoy manteniendo ocupado?

¿Con quién estás hablando?

Para que la comunicación de tu gimnasio funcione adecuadamente, debes tener claro a quién te estás dirigiendo. El marketing de cualquier negocio consiste básicamente en la comunicación entre la marca y sus clientes existentes y potenciales. Para que la comunicación pueda funcionar es imprescindible establecer un canal con un destinatario receptivo. Ahora bien, hoy en día estamos sobrecargados de información, sobre todo publicitaria. Sin darnos cuenta, de manera inconsciente muchas veces, se nos muestran miles de mensajes todos los días. Pero, ¿por qué la mayoría no nos llama la atención? Pues, porque esos mensajes no están hechos para nosotros específicamente. El filtro dentro del cerebro Nuestro cerebro es muy hábil: ignoramos lo que no nos interesa de manera automática. Lo que sí llega a nuestro consciente es aquella publicidad que corresponde a nuestros intereses – importante: nuestros intereses en un momento dado. El momento es clave, por lo que una gran parte del marketing digital hoy en día tiene en cuenta el comportamiento actual de los usuarios. Sólo si a un usuario le llega algo interesante, que le llame la atención, en un momento receptivo, su cerebro pasará a decidir si es relevante o no. El caso ideal es una comunicación uno a uno. Pero en marketing no nos es posible hablar con cada persona, con cada cliente potencial por separado. Entonces, debemos agrupar a esas personas según ciertas características, tanto en su comportamiento y su físico, como en su manera de ver el mundo. De este modo conseguimos dirigirnos a un público en concreto, y podemos hablarle de lo que le interesa y le llama la atención. Sólo así podremos superar la ‘barrera mental’ con la que nos protege nuestro cerebro de la avalancha publicitaria que nos acecha. No todo el mundo es tu cliente potencial En consultoría de marketing, lo que hacemos primero es definir con quién estamos hablando. Cuando le pregunto a un dueño de gimnasio quién es su cliente, habitualmente me dice que todo el mundo. Ahora bien, con una penetración del 5 al 15%, según el país, evidentemente no todo el mundo está dispuesto a ir al gimnasio. Es más, todas aquellas personas que sí acuden a un gimnasio todavía no forman un sólo colectivo al que nos podamos dirigir de la misma manera. Sino que se dividen en una gran cantidad de personas con características muy diferentes: alguien que hace Pilates no piensa igual que alguien que asiste a un box de CrossFit. Gente que entrena en casa con un app móvil tiene otras preferencias que aquellos que van a un gym low cost. Confirma con quién hablas En primer lugar, tenemos que tener claro que nuestro centro deportivo y nuestro método de entrenar sólo es apto para una parte de la gente que quiere ejercitarse, no para todos. Debemos definir el perfil del cliente ideal con todas las características que se nos ocurren. Probablemente no es sólo un perfil, sino tal vez identificamos dos, tres o más perfiles. Cada perfil merece ser trabajado de una manera individual, tanto a nivel de contenido como a nivel de oferta y publicidad. De esta manera tendremos la máxima probabilidad de que nuestra comunicación llegue hasta el cerebro de nuestro cliente objetivo, y esto nos dará una oportunidad real de que considere muestra marca y nuestra oferta. Saber con quién hablamos exactamente y cuáles son sus prioridades en la vida son aspectos cruciales a la hora de pretender conseguir que la comunicación sea exitosa. Imagina un vendedor de automóviles que habla con un padre que busca un coche familiar del  mismo modo en que lo hace con un joven que busca un deportivo de alta gama. A ese vendedor le será imposible concretar esa venta. Comunicación activa Una vez que tengas claro con quién estás hablando y de qué manera puedes conseguir su atención, hay que confirmar las teorías con campañas de marketing online: publicaciones en Facebook y actualizaciones en Instagram, ambas amplificadas a través de Facebook Ads al público objetivo de tu zona. En este paso, podrás dirigirte justo al grupo objetivo en función de su edad, sexo e intereses, y así desde los inicios optimizar la inversión publicitaria para impactar a los clientes potenciales de tu producto o servicio. Pasos a la acción:
  1. Define a rasgos generales qué tipo de personas podrían interesarse por tu centro deportivo y por tu método de entrenamiento
  2. Busca ayuda profesional contactando con un consultor de marketing digital con amplia experiencia en la captación para el sector fitness
  3. Define con esa persona los perfiles objetivo que te gustaría captar.
  4. Ajusta, si fuese necesario, tu oferta para que sea más atractiva para esos perfiles.
  5. Realiza una o varias campañas de captación, asegurando que no estés mezclando diferentes perfiles definidos en la misma campaña. Así confirmarás si tus teorías sobre tus clientes potenciales son correctas y sabrás si la comunicación funciona o si hay que revisar la definición de cliente tipo.
  6. Confirma con tu consultor los resultados de las campañas y el retorno obtenido. Establece un proceso claro para comunicarte con frecuencia con un público objetivo cada vez más amplio.

¿Es mi gimnasio un lugar de trabajo soñado?

Increíblemente, se invirtieron los roles en el mercado laboral y hoy son los candidatos los que buscan por la web la empresa en la que quieren trabajar. Investigan, analizan y piden referencias nuestras para determinar si somos aptos para contar con ellos. Cómo atraer y/o retener a las nuevas generaciones de empleados hacia nuestra empresa es la pregunta de muchos. ¡La clave pasa por lograr “alcoyana – alcoyana” o lo que hoy se conoce, en inglés, como “It’s a Match!”, que significa que hay concidencia. Ésta no es época de seleccionar empleados, sino de “seducir” candidatos. Como empleadores necesitamos generar una atracción que transforme la búsqueda y la selección en una mutua elección. Las nuevas generaciones no quieren perder el tiempo. Quieren saber que un nuevo trabajo significa una oportunidad tanto para ellos como para la empresa. Las nuevas generaciones no piensan en la vida, por un lado, y en el trabajo, por otro lado. Ellos ven sus empleos como parte de su vida. Y por eso consideran muy importante que el nuevo empleador comparta sus valores, sus intereses y por sobre todo “sus sueños”. Ahora bien, respondan esta simple pregunta: ¿Es mi gimnasio ese lugar donde sueñan trabajar quienes están buscando empleo? Resultado de una encuesta Quiero compartir los resultados de una encuesta, que realizamos desde Xhuma Jobs, en la que le pedimos a dueños y gerentes de gimnasios que eligieran “cinco razones por la cuales alguien quisiera trabajar con ellos”. A la vez, les pedimos a instructores, profesores y entrenadores que dijeran “cinco motivos por la cuales elegirían un gimnasio para trabajar”. Algunos consejos para impulsar el “BUEN CLIMA” de trabajo:
  1. Fomentar el respeto y la motivación,
  2. Escuchar opiniones e ideas,
  3. Promover la comunicación,
  4. Estar atentos a las necesidades,
  5. Ganarse la confianza del equipo.
Un ambiente laboral agradable te permitirá no sólo retener a tu staff por más tiempo sino también atraer talentos a tu gimnasio. Y, por último, con un ambiente así lograrás fortalecer las relaciones con los clientes, impactando en tus niveles de fidelización y de ventas.

La calidad emocional como elemento de diferenciación

De los diferentes tipos de calidad que componen el servicio que se ofrece al cliente, el único realmente diferenciador es el que tiene que ver con la calidad emocional. La fórmula de valor percibido por el cliente es ya bien conocida por la mayoría de las empresas. En el numerador de dicha fórmula están los servicios que la empresa ofrece a sus clientes y en el denominador están los costos que el cliente paga por dichos servicios, especialmente en tiempo y en dinero, pero también en incomodidades e inseguridades. (más…)

¿Debemos poner los precios en la web del gimnasio?

Vivimos una revolución tecnológica impulsada, sobre todo, por el vertiginoso desarrollo del mundo digital. Esta revolución está cambiando nuestros hábitos de consumo y los procesos de compra que atravesamos. De hecho, el crecimiento del e-commerce en España el año pasado fue de más de un 23%, superando la cifra de los 22.000 millones de euros, pero ¿Pueden ser los centros deportivos una forma de e-commerce? A la vista de la evolución que se está experimentando en muchos sectores -véase el de viajes, hoteles, música, etc.-, existe la idea por parte de muchos operadores de que en el futuro (más…)

La teoría del customer effort

El consumidor siempre intenta cubrir sus necesidades con el menor esfuerzo posible. En otras palabras, busca la máxima comodidad y eficiencia en el proceso de compra. La teoría del “customer effort” o del mínimo esfuerzo, es muy fácil de entender, ya que todos somos consumidores y estamos sometidos a ella. Esta teoría dice que el consumidor siempre intentará cubrir sus necesidades de la forma que le suponga el menor esfuerzo posible. Simple, directa y universal. Y además, no hace referencia solo al consumidor, sino al ser humano en general, que siempre tiende a una especie de eficiencia energética que le hace buscar las soluciones de menor esfuerzo, especialmente en actividades que se repiten a diario, como el trabajo. En el caso del consumidor, la teoría del “customer effort” hace referencia a la búsqueda de la máxima comodidad y eficiencia en el proceso de compra. Busca el menor esfuerzo posible en aspectos económicos, de tiempo, de organización, de desplazamiento, etc. Esta teoría tiene una repercusión enorme en los procesos de compra, especialmente desde la aparición de opciones de compra tecnológicas, como es el caso de Internet. ¿Qué va a hacer que una persona, en lugar de comprar cómodamente desde el sofá de su casa, se desplace para ir a una tienda física? Esto se viene trabajando desde hace años en el sector retail, en el que las tiendas físicas luchan por diferenciarse de la venta por Internet ofreciendo experiencias de compra en espacios cada vez más sofisticados y sorprendentes. Las tiendas físicas, especialmente para las marcas líderes, se han convertido en un escaparate y en una experiencia de compra basada en el diseño, en el ambiente y en el asesoramiento personalizado. En el sector del fitness, el impacto puede ser todavía mayor, ya que hablamos no de compras puntuales, sino de compras y de uso repetido y frecuente. La teoría del “customer effort” indica que si no se hace algo para generar una diferencia significativa, el cliente tenderá a elegir el gimnasio y hacer la compra por Internet. Pero el riesgo no es solo ese, el riesgo principal es que el cliente decida hacer el ejercicio cómodamente desde su casa sin tener preparar el bolso, dejar a los niños con alguien, pagar una cuota todos los meses, desplazarse hasta el gimnasio y encima tener que buscar estacionamiento. Casi a diario surgen nuevas opciones para realizar ejercicios en casa con plataformas tecnológicas cada vez más completas y de mayor calidad. Entonces, ¿qué hará que el cliente decida realizar un mayor esfuerzo para acudir a nuestros gimnasios y usar nuestras instalaciones? Las relaciones humanas La respuesta está sin duda en las relaciones humanas que pueden generarse en el entorno del gimnasio y que no están presentes en la tecnología. Estas relaciones se dan a dos niveles: por un lado, la relación entre instructor y cliente, que debe ser una relación altamente personalizada y muy orientada a los objetivos del socio en cada momento y, por lo tanto, a la obtención de resultados. Se habla mucho en el sector de atención personalizada y se está avanzando en el nivel de atención y de servicios, pero todavía queda espacio para la mejora, especialmente con un gran porcentaje de clientes que no llaman la atención y que entran y salen del gimnasio sin que nadie interaccione con ellos. Estos son los clientes “paisaje”, que, según nuestros estudios, suponen casi el 50% de los socios de una gran instalación. Personas a las que nadie llama por su nombre y con las que normalmente nadie interactúa. Por otro lado, están las relaciones entre los propios clientes, que sabemos tienen también un gran efecto sobre la fidelización. Estas relaciones se dan muchas veces de manera espontánea entre socios, pero mi opinión es que eso no es suficiente. Creo que el sector debería asumir su gran potencial como elemento de socialización y definir estrategias concretas para fomentar la relación entre clientes. Estas estrategias no deben basarse únicamente en actividades especiales y puntuales, más bien al contrario, deben usarse las oportunidades del día a día del gimnasio para potenciar esas relaciones. Uno de los mejores momentos para generar relaciones entre socios es dentro de las mismas actividades dirigidas. No deberíamos seguir permitiendo que clientes que llevan meses haciendo ejercicio juntos en una misma sala ni siquiera sepan cómo se llaman ni hayan interactuado nunca entre ellos. Creo que estamos perdiendo una gran oportunidad de crear una experiencia muy diferente de la que puede ofrecer la tecnología y deberíamos empezar ya a introducir elementos de socialización en las actividades dirigidas. Elementos tan sencillos como ejercicios en parejas y juegos que inviten a los clientes presentarse con los compañeros o bien a presentar al resto del grupo a aquellos que llegan a una clase por primera. Tenemos que fijarnos como objetivo dejar de tener clientes paisaje y aprovechar la oportunidad que nos ofrece la socialización para crear experiencias realmente diferenciadoras.

Del fitness tecnológico al fitness de personas

La personalización y la consistencia en el servicio son factores clave en la satisfacción de los clientes. Sepa de qué modo puede la tecnología contribuir con estos aspectos. La cadena de cafeterías Starbucks Coffee tiene en claro su propósito cuando afirma: “Estamos en el negocio de las personas, sirviendo café”. Esta declaración de intenciones está detrás de todos sus procesos y decisiones. Además de café, ofrecen una experiencia que se apoya en un trato personalizado y amable, en un local acogedor y con música cuidada para que sus cafeterías sean un punto de encuentro con familia y amigos o un momento de relajación en el día. Y no les ha ido mal: tienen 17 mil locales en 50 países. Otro ejemplo de aproximación a las personas es el de Zara (tiendas de indumentaria y accesorios de origen español), que en sus procesos de selección, contrata al personal de sus tiendas basándose en un criterio fundamental, que ellos llaman el “coeficiente de optimismo”. Tienen en claro que la gente que trabaja de cara al público debe ser alegre, de sonrisa fácil, optimista, porque en el negocio de las personas esos son aspectos es muy importantes. Y tampoco le ha ido mal a Zara,  tiene 1.800 tiendas en 87 países. El fitness también debería ser un negocio de personas. Estamos en el negocio de las personas, sirviendo fitness. Este cambio de mentalidad debe inculcarse a todo el personal del gimnasio, y muy especialmente al personal técnico, mucho del cual sigue pensando que su negocio es el fitness, y no las personas. Y es lógico que sea así, ya que durante años se han formado en aspectos técnicos del ejercicio, y prácticamente ninguno de ellos tiene formación en gestión de personas, trato al cliente, coaching, etc. Este cambio de mentalidad en el gimnasio tiene que ir acompañado de cambios en el lenguaje que utilizamos. Tenemos que dejar de llamar “técnicos de fitness” a los instructores y comenzar a llamarles “asesores”. Porque, una vez más, tenemos que poner el foco en las personas y no solo en la actividad. Para lograr este cambio, en la actualidad, tenemos un elemento que nos puede ser de gran ayuda: la tecnología. Muchos gimnasios, pero especialmente los instructores (asesores), ven a la tecnología como algo negativo, que les resta importancia. Esto es así especialmente con el fitness virtual que se está empezando a introducir en gimnasios de todo el mundo. Esta visión negativa hacia la tecnología nace del miedo al cambio. Pero sepan algo: el avance tecnológico no va a detenerse y ganará aún más fuerza en los próximos años. En un futuro no muy lejano, no pensaremos al fitness virtual como una pantalla de televisión o un videowall como los que hay ahora. Será un holograma en tres dimensiones o un robot, con apariencia humana, que además podrá reconocer al cliente, tratarle por su nombre e interactuar con él. De hecho, esta tecnología ya existe, pero de momento es demasiado cara, tal como lo eran las computadoras cuando surgieron. Hace pocas semanas leí un artículo que aseguraba que “en dos décadas, los robots con inteligencia artificial y capacidades emocionales y sociales estarán presentes en nuestras casas como ahora están las aspiradoras o la máquina de cortar el césped”. En España ya se fabrica el robot Aisoy, capaz de mostrar emociones y empatía con las personas. Está diseñado para que mantenga conversaciones fluidas con individuos y con máquinas. No podemos frenar el avance tecnológico, pero sí usarlo a nuestro favor. Tenemos que cambiar la forma en la que dictamos las colectivas, por si no la tecnología acabará ocupando el lugar de los instructores. La tecnología tiene dos grandes ventajas sobre el instructor: es mucho más barata y es mucho más consistente. Cuando presionas el botón “on”, ya sabes lo que va a suceder. En cambio, las personas somos muy inconsistentes, tenemos días buenos y días malos, y eso es negativo en empresas de servicios. La mejor forma de aprovechar la tecnología en las clases colectivas, es introducir sin miedo el fitness virtual, para que la clase la de una máquina, pero con el instructor allí presente ocupándose de su función principal: estar para la gente, dedicarse al negocio de las personas. Debe ser un animador de la sesión, motivar, corregir, mirar a los ojos, tocar y dar feedback individualizado, ayudar a los más inexpertos, etc. De este modo, la tecnología dicta la clase y el instructor (asesor) gestiona a las personas, las motiva y las ayuda, para que su experiencia sea excelente. Se acabó lo de pagar a un instructor para que entrene; se acabó la época de subirlo a una bicicleta o a una tarima, durante toda la clase, sin que se acerque a las personas; se acabó que los socios vengan durante meses a una clase y el instructor no se relacione personalmente con ellos ni sepa sus nombres; se acabó el darle más importancia al fitness que a las personas. Recientemente he vivido algunas experiencias de este tipo, con excelentes valoraciones. Participé de una sesión en la que se proyectaba la clase (en inglés) y el asesor iba moviéndose por la sala, hablando con cada cliente. Al entrar, antes de que empezara la clase, el instructor vino a presentarse y me pidió el nombre. Lo hizo porque sabía que durante la sesión debería interactuar conmigo y habiéndose presentado antes le resultaría más fácil hacerlo. Y esto salió de él, nadie le obligó a hacerlo. Durante el resto de la clase, estuvo frente a mí en varias ocasiones, me animó y motivó, me corrigió algunos ejercicios, me frenó cuando iba demasiado fuerte. En definitiva, convirtió una sesión genérica en una personalizada. Si el mismo instructor hubiera tenido que impartir la clase, no habría podido estar para mí de esa manera. Cuando acabó la clase, me quedé hablando con él un buen rato. Estaba encantado y remarcaba algunas de las ventajas: “Mi relación con la gente ha mejorado, me siguen a cualquier actividad que les propongo, no me canso y puedo dar más clases, si alguien me tiene que sustituir es mucho más fácil, y lo mejor de todo, el instructor que sale en el video, ahora trabaja para mí, y los clientes no lo valoran a él, sino a mí”. Normalmente, veo en gimnasios, con demasiada frecuencia, a “instructores/persona” funcionando como “instructores/máquina”. Asisto a clases en las que el instructor no se da cuenta de que soy nuevo, no me mira a los ojos, no me corrige, no me motiva y no me transmite pasión. Imparte una clase técnicamente perfecta, él ha hecho un buen entrenamiento pero yo me he sentido totalmente indiferente. Sabemos que la personalización y la consistencia en el servicio son factores clave en la satisfacción de los clientes. El sector del fitness necesita hacer una apuesta firme por estos dos aspectos, y la tecnología nos brinda una gran oportunidad si somos capaces de aprovecharla a nuestro favor y de poner el foco más en las personas que en el fitness.

El “out of control” management

La gestión de gimnasios en escenarios de relativa estabilidad y control ya es prácticamente cosa del pasado. El futuro apunta en una dirección muy diferente, sobre todo cuando los consumidores van en camino a ser 100% libres, sin pertenecer a nadie. Estamos en el inicio de una época marcada por el cambio en los sistemas y las estrategias de management. Este cambio es como un buen cocido[i], se está cocinando lentamente, pero no por ello va a ser menos impactante, más bien al contrario. Va a ser enorme, porque está asentando unas buenas bases que lo van a hacer perdurar. Nos referimos al paso de un management en un entorno controlado a un management en un entorno no controlado, el “out of controlmanagement. Hasta ahora, los clubes de fitness operaban bajo un escenario de relativa estabilidad y control. Nos dedicábamos a generar acciones comerciales on y off line con el objetivo de incrementar el tráfico en el punto de venta, que en un alto porcentaje eran las recepciones de los propios clubes. A partir de ahí y una vez introducidos los datos en el sistema informático, el cliente ya era nuestro, nos pertenecía. Después de eso sólo teníamos que darle un servicio adecuado, para mantenerlo durante el mayor tiempo posible pagando su cuota mensual. Si notábamos que empezaba a mostrar signos de debilidad (poca asistencia, desmotivación, reducción del consumo, etc.) activábamos mecanismos para intentar recuperarlo y alargar un poco más su estancia, posponiendo la baja uno o dos meses más. Muchos clubes incluso tenían sistemas para mantener al cliente en “stand by” hasta que se volviera a animar a hacer deporte. Nos referimos a las cuotas de mantenimiento. Todo vale con el fin de que no perdamos a ese cliente que es nuestro, ya que tenemos sus datos en el sistema y al final lo importante es que pague, aunque sea poco. Cuando finalmente el cliente se daba de baja, nuestra misión era intentar recuperarlo más adelante y, mientras tanto, ver si podíamos sustituir a ese cliente por otro del mismo valor, es decir, que pague su cuota mensual y, de paso, que gaste algo más en los servicios fuera de cuota del club. Todo esto pasará a ser parte del pasado en no demasiado tiempo. De hecho, a medida que lo escribo ya me parece que describe una forma de operar de otra época. No me parece que este tipo de funcionamiento esté alineado con la realidad actual y menos con los modelos de funcionamiento que estamos viendo en las empresas más actualizadas y exitosas de otros sectores. El futuro apunta en una dirección muy, muy diferente. Y no me refiero al futuro lejano, sino al futuro inminente, porque parte del cambio ya lo estamos empezando a vivir. En ese futuro seguiremos haciendo acciones de captación, pero serán más on que off line, y el objetivo ya no será que el cliente venga a la recepción del club, porque ya no venderemos en el club, lo haremos en la red. De hecho, en la mayoría de los casos ni siquiera haremos nosotros la venta, la hará un intermediario que habremos autorizado para que venda entradas de nuestro negocio. Ya no estaremos obsesionados en conseguir que el cliente sea nuestro, porque no podremos poseerlo. Tendremos sus datos en nuestro sistema informático igual que antes, pero ya no nos pertenecerá. En el futuro, el cliente será libre y nosotros nos tendremos que conformar con que acepte visitarnos de vez en cuando. Es como el hijo que se ha ido de casa. Nos gustaría que viniera más a visitarnos, pero cuando lo hace somos felices. Ese cliente libre, que podrá elegir cada día entre un montón de opciones deportivas de calidad, sin tener ningún compromiso o atadura con ninguna de ellas, alternará nuestros servicios con los de nuestra competencia. Ya no lucharemos por poseer al cliente, porque esa lucha será en vano. Ahora lucharemos por tener notoriedad, por darle motivos para que venga la primera vez, para que vuelva más veces a partir de ahí y, si es posible, para que traiga a sus amigos. En este nuevo escenario, el marketing ya no es un tema de campañas en enero y septiembre para llenar a tope el club y sobrevivir el resto de los meses. Ya no funciona así, eso ya no es suficiente. Ahora el marketing es algo de cada día, es continuo. Cada día, cuando se levanta la persiana, se empieza de nuevo. En un mundo así, es lógico que el marketing sea más on-line, con inversiones más pequeñas, pero más continuadas. Con acciones mucho más segmentadas y dirigidas a un perfil concreto de potenciales clientes. Y en un mundo así, el mejor marketing es hacer bien las cosas. Es generar experiencias por las que valga la pena volver y experiencias que valga la pena compartir con los amigos. El boca-oreja es el marketing del futuro. Nunca ha dejado de serlo, pero en los últimos años estaba tapado por las voces de las empresas, que decían lo buenas que eran y ensordecían la opinión del cliente. Pero eso ya ha desaparecido, ahora el boca-oreja tiene un gran amplificador que es Internet y las redes sociales y ya nada puede taparlo. Ya nadie escucha a las empresas hablar de ellas mismas. No es creíble, no es confiable, no es relevante. Otro elemento que va a verse afectado en este nuevo escenario es la relación con los clientes y, más concretamente, la comunicación. Los clientes tienen vidas ocupadas y en algunos casos hasta interesantes, ¿crees que estarán pensando en ti? Pues, no lo creo. Están en sus cosas y tú debes llegar a ser una de ellas. Para conseguirlo vas a tener que incrementar el nivel de comunicación con los clientes. En primer lugar, porque estos clientes ya no son sólo tuyos y, en segundo lugar, porque ya no tienen que justificar una cuota que han pagado y obligarse a venir a tu club. Ahora sólo pagan si vienen, por lo que hay que hacer que vengan, hay que llamar su atención, hay que darles motivos para venir y hay que estar presentes en sus mentes y en sus vidas. Mayor intensidad en la comunicación, pero con tacto, con calidad, con respeto y aportando algo interesante. Las redes sociales y apps personalizadas que permitan enviar mensajes push son buenas herramientas para la comunicación en esta nueva era. Este artículo está escrito en plan futurista, pero a día de hoy ya no lo es tanto, porque muchas de estas tendencias ya se están dejando ver. No es un artículo escrito mirando a través de una bola de cristal, es un artículo interpretando lo que ya está pasando. Sólo es cuestión de que el cocido se vaya haciendo lentamente y que, lo que hoy supone algo incipiente, acabe consolidándose. Les propongo que volvamos a leer este artículo dentro de 3 ó 4 años, no hacen falta más. ¡Feliz cambio! [i] Plato tradicional de la cocina española.