El complejo equilibrio de la gestión

Equilibrio entre gestionar y liderar, entre productividad y capacidad de producir, entre personas y resultados, entre premiar y sancionar, entre dar libertad y controlar. Gerenciar una empresa es como caminar sobre una cuerda floja y mantener el equilibrio para no caer depende de las decisiones que se toman a diario. Como dice Jack Welch, “de repente un día te conviertes en jefe y todo cambia. Antes de ser un líder, el éxito tiene que ver con desarrollarte tú mismo. Cuando eres un líder, el éxito tiene que ver con hacer que se desarrollen los demás”. Los gerentes de gimnasios suelen tomar muchas decisiones a diario y deben intentar que las mismas preserven el equilibrio de la empresa a varios niveles. Esa es una de las mayores complejidades a las que se enfrenta un directivo. Es como si caminara sobre una cuerda floja y mantener el equilibrio dependiera de las decisiones que se toman. Algunas de las áreas en las que debe mantener el equilibrio son las que describimos a continuación:
  • Equilibrio entre gestionar y liderar: el gerente analiza, planifica, presupuesta, identifica problemas y plantea soluciones, todo ello con el fin de marcar el rumbo y definir la estrategia que debe seguir la empresa. El líder transmite la visión, comunica, implica e ilusiona al equipo, lo cohesiona y lo guía con el objetivo de que la estrategia definida previamente se convierta en realidad. El gerente marca la dirección y el líder genera el movimiento en esa dirección.
Esas dos cualidades son muy importantes en cualquier directivo y por ese motivo es necesario conseguir un buen equilibrio entre ambas. Ese equilibrio entre capacidad de gestión y capacidad de liderar es poco frecuente y, cuando ocurre, nos encontramos delante de un gran directivo, que es capaz de sacar lo mejor de su equipo. Un buen gerente con poco liderazgo es capaz de definir muy bien hacia dónde debe ir la empresa, pero es incapaz de hacer que su equipo se ilusione y que avance con convicción en ese proyecto. He trabajado con empresas de este perfil y es una pena ver que un gimnasio, que podría conseguir grandes cosas, se queda a mitad de camino por esa falta de liderazgo. Por el contrario, un buen líder sin capacidad de gestión, es capaz de hacer que todo su equipo se mueva y avance con pasión, pero suelen hacerlo en la dirección equivocada. También he trabajado con empresas con este perfil y he vivido el riesgo que supone un gran liderazgo sin un análisis y sin un rumbo correcto.
  • Equilibrio entre productividad y capacidad de producir: como definió Steven Covey, la productividad es el aquí y ahora, es solucionar los problemas que se presentan para que la empresa no se pare y siga produciendo hoy. En cambio, la capacidad de producir tiene que ver con el futuro, con planificar los cambios necesarios para que la empresa siga siendo productiva. La productividad tiene que ver con el corto plazo y la capacidad de producir tiene que ver con el largo plazo. Mantener un equilibrio entre esos dos aspectos es importante, especialmente en un entorno cambiante e inestable como el que vivimos. Está claro que hay que solucionar los incendios del día a día, y en un gimnasio hay muchos. Pero también es importante que alguien mantenga un ojo en el futuro y vea venir las tendencias para asegurarse de que la empresa evoluciona para seguir siendo competitiva.
Los directivos de fitness, si no quieren bloquearse con los incendios del día a día, deben delegar responsabilidades para conseguir que haya varios bomberos en la instalación y que no todos los incendios les afecten a ellos. De esa manera, obtendrán tiempo para levantar la cabeza y mirar un poco hacia el futuro.
  • Equilibrio entre personas y resultados: el fitness es un negocio de personas, pero no por eso deja de ser un negocio y debe alcanzar resultados satisfactorios. Hay decisiones que están más orientadas a los resultados y otras que se orientan a las personas. Mantener un equilibrio entre ambas es una de las tareas más complicadas.
También es importante saber comunicar bien las decisiones menos populares o difíciles de entender, ya que eso ayuda a cambiar la perspectiva. Dar importancia al aspecto personal y buscar el equilibrio incluso en situaciones complicadas, como puede ser un despido, fomenta una buena cultura de empresa y la humaniza.
  • Equilibrio entre premiar y sancionar: cuando realizamos encuestas de satisfacción y de clima laboral a los trabajadores, uno de los aspectos peor valorados suele ser el poco reconocimiento que reciben de sus superiores. Eso no tiene nada que ver con el salario o con otros aspectos materiales, es simplemente un tema emocional. Se trata de dar las gracias o alguna palmadita en la espalda, se trata de celebrar juntos los éxitos.
Igual de importante es saber llamar la atención o sancionar cuando las cosas no se hacen correctamente o no se pone el esfuerzo necesario. Pero debe existir un equilibrio entre premiar y sancionar. La cuenta emocional del directivo con su equipo debe estar en positivo, y se llena con el reconocimiento y los premios. De ese modo, cuando hay que comentar algo negativo, se percibe de otra manera porque la cuenta corriente emocional sigue estando en positivo.
  • Equilibrio entre dar libertad y controlar: el exceso de libertad sin control genera desorden y desmotiva. El exceso de control paraliza y frena el potencial y la creatividad del equipo, desmotivando también. Delegar correctamente tiene un poco de ciencia y un poco de arte, por eso es tan difícil. Dar libertad pero marcando el objetivo y dando apoyo permite ir ajustando el nivel de cada proyecto a las capacidades de cada colaborador. Esto hace que el que necesite más apoyo pueda disponer de él y que el que precise más espacio pueda también contar con él. El que se necesite más o menos apoyo depende del nivel de desafío que suponga el proyecto respecto del nivel de conocimientos y habilidades del trabajador, pero también de su nivel de motivación con relación a dicho proyecto. Por eso es tan complicado delegar correctamente, porque intervienen tanto aspectos técnicos como emocionales.
Estos son algunos de los equilibrios que debe mantener el directivo de un gimnasio. Son equilibrios complejos que tienen una gran repercusión sobre los resultados de la empresa. Por eso, los grandes directivos lo tienen en claro y han desarrollado una gran habilidad para moverse en esa cuerda floja que es la gestión de empresas.

El “out of control” management

La gestión de gimnasios en escenarios de relativa estabilidad y control ya es prácticamente cosa del pasado. El futuro apunta en una dirección muy diferente, sobre todo cuando los consumidores van en camino a ser 100% libres, sin pertenecer a nadie. Estamos en el inicio de una época marcada por el cambio en los sistemas y las estrategias de management. Este cambio es como un buen cocido[i], se está cocinando lentamente, pero no por ello va a ser menos impactante, más bien al contrario. Va a ser enorme, porque está asentando unas buenas bases que lo van a hacer perdurar. Nos referimos al paso de un management en un entorno controlado a un management en un entorno no controlado, el “out of controlmanagement. Hasta ahora, los clubes de fitness operaban bajo un escenario de relativa estabilidad y control. Nos dedicábamos a generar acciones comerciales on y off line con el objetivo de incrementar el tráfico en el punto de venta, que en un alto porcentaje eran las recepciones de los propios clubes. A partir de ahí y una vez introducidos los datos en el sistema informático, el cliente ya era nuestro, nos pertenecía. Después de eso sólo teníamos que darle un servicio adecuado, para mantenerlo durante el mayor tiempo posible pagando su cuota mensual. Si notábamos que empezaba a mostrar signos de debilidad (poca asistencia, desmotivación, reducción del consumo, etc.) activábamos mecanismos para intentar recuperarlo y alargar un poco más su estancia, posponiendo la baja uno o dos meses más. Muchos clubes incluso tenían sistemas para mantener al cliente en “stand by” hasta que se volviera a animar a hacer deporte. Nos referimos a las cuotas de mantenimiento. Todo vale con el fin de que no perdamos a ese cliente que es nuestro, ya que tenemos sus datos en el sistema y al final lo importante es que pague, aunque sea poco. Cuando finalmente el cliente se daba de baja, nuestra misión era intentar recuperarlo más adelante y, mientras tanto, ver si podíamos sustituir a ese cliente por otro del mismo valor, es decir, que pague su cuota mensual y, de paso, que gaste algo más en los servicios fuera de cuota del club. Todo esto pasará a ser parte del pasado en no demasiado tiempo. De hecho, a medida que lo escribo ya me parece que describe una forma de operar de otra época. No me parece que este tipo de funcionamiento esté alineado con la realidad actual y menos con los modelos de funcionamiento que estamos viendo en las empresas más actualizadas y exitosas de otros sectores. El futuro apunta en una dirección muy, muy diferente. Y no me refiero al futuro lejano, sino al futuro inminente, porque parte del cambio ya lo estamos empezando a vivir. En ese futuro seguiremos haciendo acciones de captación, pero serán más on que off line, y el objetivo ya no será que el cliente venga a la recepción del club, porque ya no venderemos en el club, lo haremos en la red. De hecho, en la mayoría de los casos ni siquiera haremos nosotros la venta, la hará un intermediario que habremos autorizado para que venda entradas de nuestro negocio. Ya no estaremos obsesionados en conseguir que el cliente sea nuestro, porque no podremos poseerlo. Tendremos sus datos en nuestro sistema informático igual que antes, pero ya no nos pertenecerá. En el futuro, el cliente será libre y nosotros nos tendremos que conformar con que acepte visitarnos de vez en cuando. Es como el hijo que se ha ido de casa. Nos gustaría que viniera más a visitarnos, pero cuando lo hace somos felices. Ese cliente libre, que podrá elegir cada día entre un montón de opciones deportivas de calidad, sin tener ningún compromiso o atadura con ninguna de ellas, alternará nuestros servicios con los de nuestra competencia. Ya no lucharemos por poseer al cliente, porque esa lucha será en vano. Ahora lucharemos por tener notoriedad, por darle motivos para que venga la primera vez, para que vuelva más veces a partir de ahí y, si es posible, para que traiga a sus amigos. En este nuevo escenario, el marketing ya no es un tema de campañas en enero y septiembre para llenar a tope el club y sobrevivir el resto de los meses. Ya no funciona así, eso ya no es suficiente. Ahora el marketing es algo de cada día, es continuo. Cada día, cuando se levanta la persiana, se empieza de nuevo. En un mundo así, es lógico que el marketing sea más on-line, con inversiones más pequeñas, pero más continuadas. Con acciones mucho más segmentadas y dirigidas a un perfil concreto de potenciales clientes. Y en un mundo así, el mejor marketing es hacer bien las cosas. Es generar experiencias por las que valga la pena volver y experiencias que valga la pena compartir con los amigos. El boca-oreja es el marketing del futuro. Nunca ha dejado de serlo, pero en los últimos años estaba tapado por las voces de las empresas, que decían lo buenas que eran y ensordecían la opinión del cliente. Pero eso ya ha desaparecido, ahora el boca-oreja tiene un gran amplificador que es Internet y las redes sociales y ya nada puede taparlo. Ya nadie escucha a las empresas hablar de ellas mismas. No es creíble, no es confiable, no es relevante. Otro elemento que va a verse afectado en este nuevo escenario es la relación con los clientes y, más concretamente, la comunicación. Los clientes tienen vidas ocupadas y en algunos casos hasta interesantes, ¿crees que estarán pensando en ti? Pues, no lo creo. Están en sus cosas y tú debes llegar a ser una de ellas. Para conseguirlo vas a tener que incrementar el nivel de comunicación con los clientes. En primer lugar, porque estos clientes ya no son sólo tuyos y, en segundo lugar, porque ya no tienen que justificar una cuota que han pagado y obligarse a venir a tu club. Ahora sólo pagan si vienen, por lo que hay que hacer que vengan, hay que llamar su atención, hay que darles motivos para venir y hay que estar presentes en sus mentes y en sus vidas. Mayor intensidad en la comunicación, pero con tacto, con calidad, con respeto y aportando algo interesante. Las redes sociales y apps personalizadas que permitan enviar mensajes push son buenas herramientas para la comunicación en esta nueva era. Este artículo está escrito en plan futurista, pero a día de hoy ya no lo es tanto, porque muchas de estas tendencias ya se están dejando ver. No es un artículo escrito mirando a través de una bola de cristal, es un artículo interpretando lo que ya está pasando. Sólo es cuestión de que el cocido se vaya haciendo lentamente y que, lo que hoy supone algo incipiente, acabe consolidándose. Les propongo que volvamos a leer este artículo dentro de 3 ó 4 años, no hacen falta más. ¡Feliz cambio! [i] Plato tradicional de la cocina española.