DeportNet presenta su aplicación móvil para gimnasios

La empresa de gestión web DeportNet presenta su aplicación móvil para gimnasios. Esta herramienta permite la personalización de la plataforma con los logos y nombres de los centros deportivos para que estos desarrollen su propia identidad digital. Esta app también cuenta con su versión web para los socios que no pueden acceder desde sus celulares.

“Ante la situación actual de reclusión que provocó el COVID-19, DeportNet tomó una serie de medidas para que el sector pueda continuar trabajando. Lo más importante es mantener la industria del deporte viva, para esto generamos herramientas tecnológicas que les permitan trabajar en todas las etapas de esta pandemia”, dice Juan Lonzi, CEO de DeportNet.

Los usuarios de gimnasios podrán acceder a clases pregrabadas o en vivo, y DeportNet por se encargará de verificar automáticamente si dichos miembros poseen una cuota vigente que les permita acceder a los contenidos generados por el gimnasio. Para la transmisión de los videos presentes en la plataforma se utiliza ZoomJitsi YouTube.

Por otra parte, el cliente puede darse de alta en el gimnasio desde la app, pagar la inscripción, renovar la cuota o incluso adherirse a débito automático integrado a Mercado Pago. “No hay contrato de uso mínimo, la idea es trabajar con clientes satisfechos. Confiamos en que la gente permanece con nosotros porque el sistema le sirve”, afirma Lonzi.

“Los socios también podrán calificar desde la aplicación el desempeño de los profesores con estrellas, corazones o trofeos y dejar comentarios, de manera tal que el administrador sepa quiénes son los más y menos valorados, y así implementar políticas y/o acciones al respecto”, destaca Lonzi.

Para la etapa de reapertura de gimnasios con un cupo limitado de asistentes, la plataforma ofrece la autogestión de reserva de turnos para participar de las clases del establecimiento, de forma que se eviten aglomeraciones y esperas innecesarias. También servirá para reducir y automatizar el tiempo de gestión.

Asimismo, la app de DeportNet cuenta con planes de entrenamiento, planes nutricionales y gráficos de evolución de los miembros. Además, los clientes también pueden visualizar su historial de pagos y actividades. “DeportNet tiene a disposición la gestión completa del gym y otras herramientas, como e-mail automático, facturación electrónica, etc”, comenta Lonzi.

“El sistema está en constante crecimiento. Tenemos una agenda de trabajo con los nuevos desarrollos que vamos a implementar y que se completa con ideas nuestras que surgen por necesidades del sector o por tendencias, y con propuestas de nuestros clientes. Todas esas iniciativas nutren la mejora de la app”, agrega Lonzi.

“Esto es solo el principio de todas las acciones que vamos a tomar, seguiremos apoyando al sector para salir adelante y continuar creciendo. Desde ya les deseamos a todos la fuerza suficiente para sobrellevar esta situación actual y por supuesto el posterior éxito”, opina el CEO de DeportNet.

Para más información, visitar: https://deportnet.com/

¿Cómo recuperar el precio de la cuota?

Inmersos en un proceso inflacionario extenso, el precio de la cuota ha quedado muy relegado y, como consecuencia, se lleva consigo la rentabilidad de nuestro gimnasio. ¿Se puede hacer algo frente a este escenario? ¿Es posible revertir esta tendencia aun cuando el problema persiste? ¿Qué es peor: la inflación o nuestra inacción? En mi experiencia, existen dos tipos de cuotas en cualquier gimnasio: la cuota real, que es la que cada centro está cobrando; y la cuota ideal, que es la que debería cobrar. La salud financiera del negocio radica en la diferencia entre estos tipos de cuota. Pero mantener la salud de la empresa no implica necesariamente reducir gastos sin criterio, dejar de invertir, ni dejar de capacitar al personal, porque eso se transforma en una desmotivación generalizada, que llegará hasta la piel de nuestros clientes, que perciben una caída en la calidad del servicio y nos castigan con su alejamiento. Así funciona el espiral que nos lleva directo al infierno. Entonces ¿qué podemos hacer? En primer lugar, ser conscientes de que este espiral es consecuencia de un gran problema que debe ser atacado en su raíz.  Para hacerlo, les propongo un plan de recupero del precio de la cuota, que debe considerar estos puntos:Ves
  1. Establecer cuál es la cuota ideal, teniendo en cuenta el servicio que estamos brindando. Y cuál es la diferencia en porcentaje con la que estamos cobrando.
  2. Plantearnos objetivos y establecer el tiempo que nos va a llevar cumplirlos.
  3. Fijar 4 ajustes de la cuota, como mínimo, al año, y convertir en innegociable esta política.
  4. Entender perfectamente y hacerle entender al personal y a los clientes, que el precio de la cuota no aumenta, sino que se ajusta inflacionariamente.
  5. En cada ajuste incorporar un porcentaje extra al que nos indica la inflación.
  6. Equilibrar y ajustar la calidad del servicio conjuntamente con los ajustes en el precio de la membresía. Tener en cuenta que para nuestro cliente el servicio vale lo que le estamos cobrando. Si no hacemos mejoras, tendremos resistencias al momento de ajustar el precio.
  7. Comunicar estratégicamente, con suficiente anticipación, este proceso de ajuste.
  8. Cumplirlo sin excepciones.
Comparto a continuación un ejemplo concreto: 1.-        Cuota real                   $ 1000 Cuota ideal                 $ 1400 Diferencia                       40 % 2.-        Objetivo, recuperar 15 puntos porcentuales en los primeros 6 meses, y 27 en el resto del año. 3 y 4.-  Los precios se ajustarán, según el proceso inflacionario, en los meses de febrero, mayo, agosto, y noviembre. 5.-        Agregar en el primer y en el segundo ajuste un 7,5% por encima del que indique la inflación para así recuperar terreno perdido. En el tercer ajuste agregar un 6 % y en el cuarto un 4 %. Esto nos va a otorgar un incremento acumulado real anual de 27,4 %. Plantearnos objetivos para el próximo año. 6.-        Dos semanas antes de proceder con ajuste, comencemos un proceso de mejoras simples y muy notorias en el gimnasio.
  1. a) Pintar vestuarios e incorporar un buen aroma.
  2. b) Incorporar un juego de colchonetas nuevas, de otro color a las actuales y si es posible sacar las viejas.
  3. c) Eliminar aspectos deteriorados de la infraestructura, comenzando por los más viejos y visibles.
  4. d) Entregar remeras nuevas a nuestros profesores.
  5. e) Realizar un evento gratuito, si es a beneficio mejor.
7.-        Informar a todos los clientes nuevos la política de precios y perdirles que firmen un contrato que lo exprese explícitamente. Comunicar verbalmente a nuestros clientes actuales sobres esta política y explicarles los motivos. Nuestro personal deberá estar alineado con este proceso. 8.-        Ejecutar el plan. ¡Funciona! En general, el modelo comercial en esta industria es de membresía de pago recurrente mensual y en efectivo. Esto implica que nuestro servicio es evaluado con frecuencia y que existe, en la mente del consumidor, una permanente comparación entre precio y calidad. Si el cliente la considera apropiada, seguirá en el gimnasio con nosotros. Ocurre que, en estos momentos de crisis económica, muchos emprendedores comentemos el error de pensar que la mayoría de los clientes valora más un precio bajo que una buena calidad de servicio. Si bien algunos lo hacen, los buenos clientes no razonan así. Sin rentabilidad no hay calidad de servicio posible, sin calidad de servicio no hay negocio viable.

La fidelización resulta de la consistencia en el servicio

Un gimnasio con elevados estándares de calidad tiene procesos bien definidos y el esfuerzo de la gestión se basa en que dichos procesos no sufran alteraciones. Uno de los términos más debatidos en el sector del fitness es de la fidelización. Se han escrito artículos, dedicado seminarios enteros y, de un tiempo a esta parte, incluso nos planteamos la incorporación de una nueva función en el organigrama de nuestros gimnasios: la de Fidelity Manager, un directivo responsable de la ardua tarea de mejorar la experiencia del cliente, supervisando la forma en que se presta el servicio e implementando otras acciones en las que el usuario es el protagonista. En diversas ocasiones he leído artículos basados en la misma idea: para obtener un buen ratio de fidelización debemos conocer al cliente, saber qué piensa, qué quiere, qué objetivos tiene y así detectar sus necesidades reales y darles solución. Pero hoy, ya con algunos unos años en la espalda, esa idea me parece algo ingenua y poco acertada. Y todo esto me lleva a plantearme los siguientes interrogantes: ¿Es viable un estudio del cliente de tan grande dimensión? Y, si así fuera; ¿la información que logremos reunir sería fiable y certera? ¿Podremos darle esa solución personalizada siempre, cada día, sin excepciones? ¿Qué recursos deberíamos destinar para recabar esa información? Antes que alguien dude de si estoy siendo constructiva en mi planteo, voy a dejarles otra pregunta pero bajo el supuesto de que tenemos toda esa información del cliente, y con la certeza de que esa información es fiable. Y ahora, ¿cómo conseguimos materializar esa información sobre el cliente en mejores ratios de fidelización? Creo que no es importante en la fidelización conocer al cliente, sino conocernos a nosotros mismos, nuestro modelo de negocio y los procesos que lo facilitan. Tener perfectamente definidos nuestros estándares de calidad. Fijar qué es innegociable y qué es lo permisible. Y, luego claro, ser siempre rigurosos en su cumplimiento. Huyendo de la ambigüedad diría que la fidelización no surge exclusivamente de la experiencia del cliente o de su calidad relacional en el gimnasio, que por supuesto ayuda;  sino de la llamada consistencia del servicio: un gimnasio con elevados estándares de calidad tiene procesos perfectamente bien definidos y el esfuerzo de la gestión se basa, de forma directa o indirecta, en que dichos procesos no sufran alteraciones, cumpliendo punto a punto los estándares de calidad preestablecidos. Cuando un cliente llega a clase y la sala no está limpia, perdemos consistencia en el negocio. Cuando el profesor llega tarde o no tiene su mejor día, perdemos consistencia en el servicio. Cuando se cobra un recibo duplicado al cliente, perdemos consistencia. Cuando el material es insuficiente para la cantidad de socios en una actividad, perdemos consistencia. Cuando el agua de la ducha sale fría, perdemos consistencia. Claro que estos son todos casos “excepcionales”, pero la suma de todas esas excepciones hace que nuestro servicio resulte inconsistente, lo cual produce la lógica insatisfacción de nuestros clientes y afecta nuestros ratios de fidelización. Porque el cliente no perdona, ni lo necesita ni lo desea. Perseguimos la fidelización del cliente haciéndole partícipe de ello, insistiendo en descubrir los intríngulis de sus necesidades y prioridades cuando tan solo es un consumidor que espera recibir de nosotros lo que ha comprado. La llave de la fidelización está en nosotros. Si queremos clientes fieles simplemente esforcémonos por darles la calidad prometida, la que esperan, ni más ni menos. Y evitemos las sorpresas, dejando la calidad de nuestro servicio a merced del azar o de la dinámica de la operación diaria. Seamos impecables en la gestión y en el diseño de los procesos. Rodeémonos de esas personas capaces de generar un buen ambiente de forma innata, esas personas que desprenden alegría y autenticidad. Cualquier acción dirigida a mejorar la experiencia del cliente en el gimnasio es bienvenida y como tal, suma a la fidelización. Sin embargo no es la panacea, no afectará al grueso de los resultados y de ningún modo podrá compensar los daños producidos por un servicio inconsistente. Por supuesto que el cliente es el centro, pero no el centro de nuestra gestión sino del negocio. Nuestra gestión debe centrarse en nuestro negocio, en privilegiar la calidad y será esa calidad la que propiciará de forma natural la fidelización del cliente. Pensando en una gestión eficiente y optimizada creo que hay batallas que no son nuestras pero hay guerras que nos necesitan de verdad. Gestión impecable, modelo de negocio bien definido y profesionalismo al máximo de todo el equipo. Y entonces sí: ¡Bienvenida Fidelización!

El complejo equilibrio de la gestión

Equilibrio entre gestionar y liderar, entre productividad y capacidad de producir, entre personas y resultados, entre premiar y sancionar, entre dar libertad y controlar. Gerenciar una empresa es como caminar sobre una cuerda floja y mantener el equilibrio para no caer depende de las decisiones que se toman a diario. Como dice Jack Welch, “de repente un día te conviertes en jefe y todo cambia. Antes de ser un líder, el éxito tiene que ver con desarrollarte tú mismo. Cuando eres un líder, el éxito tiene que ver con hacer que se desarrollen los demás”. Los gerentes de gimnasios suelen tomar muchas decisiones a diario y deben intentar que las mismas preserven el equilibrio de la empresa a varios niveles. Esa es una de las mayores complejidades a las que se enfrenta un directivo. Es como si caminara sobre una cuerda floja y mantener el equilibrio dependiera de las decisiones que se toman. Algunas de las áreas en las que debe mantener el equilibrio son las que describimos a continuación:
  • Equilibrio entre gestionar y liderar: el gerente analiza, planifica, presupuesta, identifica problemas y plantea soluciones, todo ello con el fin de marcar el rumbo y definir la estrategia que debe seguir la empresa. El líder transmite la visión, comunica, implica e ilusiona al equipo, lo cohesiona y lo guía con el objetivo de que la estrategia definida previamente se convierta en realidad. El gerente marca la dirección y el líder genera el movimiento en esa dirección.
Esas dos cualidades son muy importantes en cualquier directivo y por ese motivo es necesario conseguir un buen equilibrio entre ambas. Ese equilibrio entre capacidad de gestión y capacidad de liderar es poco frecuente y, cuando ocurre, nos encontramos delante de un gran directivo, que es capaz de sacar lo mejor de su equipo. Un buen gerente con poco liderazgo es capaz de definir muy bien hacia dónde debe ir la empresa, pero es incapaz de hacer que su equipo se ilusione y que avance con convicción en ese proyecto. He trabajado con empresas de este perfil y es una pena ver que un gimnasio, que podría conseguir grandes cosas, se queda a mitad de camino por esa falta de liderazgo. Por el contrario, un buen líder sin capacidad de gestión, es capaz de hacer que todo su equipo se mueva y avance con pasión, pero suelen hacerlo en la dirección equivocada. También he trabajado con empresas con este perfil y he vivido el riesgo que supone un gran liderazgo sin un análisis y sin un rumbo correcto.
  • Equilibrio entre productividad y capacidad de producir: como definió Steven Covey, la productividad es el aquí y ahora, es solucionar los problemas que se presentan para que la empresa no se pare y siga produciendo hoy. En cambio, la capacidad de producir tiene que ver con el futuro, con planificar los cambios necesarios para que la empresa siga siendo productiva. La productividad tiene que ver con el corto plazo y la capacidad de producir tiene que ver con el largo plazo. Mantener un equilibrio entre esos dos aspectos es importante, especialmente en un entorno cambiante e inestable como el que vivimos. Está claro que hay que solucionar los incendios del día a día, y en un gimnasio hay muchos. Pero también es importante que alguien mantenga un ojo en el futuro y vea venir las tendencias para asegurarse de que la empresa evoluciona para seguir siendo competitiva.
Los directivos de fitness, si no quieren bloquearse con los incendios del día a día, deben delegar responsabilidades para conseguir que haya varios bomberos en la instalación y que no todos los incendios les afecten a ellos. De esa manera, obtendrán tiempo para levantar la cabeza y mirar un poco hacia el futuro.
  • Equilibrio entre personas y resultados: el fitness es un negocio de personas, pero no por eso deja de ser un negocio y debe alcanzar resultados satisfactorios. Hay decisiones que están más orientadas a los resultados y otras que se orientan a las personas. Mantener un equilibrio entre ambas es una de las tareas más complicadas.
También es importante saber comunicar bien las decisiones menos populares o difíciles de entender, ya que eso ayuda a cambiar la perspectiva. Dar importancia al aspecto personal y buscar el equilibrio incluso en situaciones complicadas, como puede ser un despido, fomenta una buena cultura de empresa y la humaniza.
  • Equilibrio entre premiar y sancionar: cuando realizamos encuestas de satisfacción y de clima laboral a los trabajadores, uno de los aspectos peor valorados suele ser el poco reconocimiento que reciben de sus superiores. Eso no tiene nada que ver con el salario o con otros aspectos materiales, es simplemente un tema emocional. Se trata de dar las gracias o alguna palmadita en la espalda, se trata de celebrar juntos los éxitos.
Igual de importante es saber llamar la atención o sancionar cuando las cosas no se hacen correctamente o no se pone el esfuerzo necesario. Pero debe existir un equilibrio entre premiar y sancionar. La cuenta emocional del directivo con su equipo debe estar en positivo, y se llena con el reconocimiento y los premios. De ese modo, cuando hay que comentar algo negativo, se percibe de otra manera porque la cuenta corriente emocional sigue estando en positivo.
  • Equilibrio entre dar libertad y controlar: el exceso de libertad sin control genera desorden y desmotiva. El exceso de control paraliza y frena el potencial y la creatividad del equipo, desmotivando también. Delegar correctamente tiene un poco de ciencia y un poco de arte, por eso es tan difícil. Dar libertad pero marcando el objetivo y dando apoyo permite ir ajustando el nivel de cada proyecto a las capacidades de cada colaborador. Esto hace que el que necesite más apoyo pueda disponer de él y que el que precise más espacio pueda también contar con él. El que se necesite más o menos apoyo depende del nivel de desafío que suponga el proyecto respecto del nivel de conocimientos y habilidades del trabajador, pero también de su nivel de motivación con relación a dicho proyecto. Por eso es tan complicado delegar correctamente, porque intervienen tanto aspectos técnicos como emocionales.
Estos son algunos de los equilibrios que debe mantener el directivo de un gimnasio. Son equilibrios complejos que tienen una gran repercusión sobre los resultados de la empresa. Por eso, los grandes directivos lo tienen en claro y han desarrollado una gran habilidad para moverse en esa cuerda floja que es la gestión de empresas.

El “out of control” management

La gestión de gimnasios en escenarios de relativa estabilidad y control ya es prácticamente cosa del pasado. El futuro apunta en una dirección muy diferente, sobre todo cuando los consumidores van en camino a ser 100% libres, sin pertenecer a nadie. Estamos en el inicio de una época marcada por el cambio en los sistemas y las estrategias de management. Este cambio es como un buen cocido[i], se está cocinando lentamente, pero no por ello va a ser menos impactante, más bien al contrario. Va a ser enorme, porque está asentando unas buenas bases que lo van a hacer perdurar. Nos referimos al paso de un management en un entorno controlado a un management en un entorno no controlado, el “out of controlmanagement. Hasta ahora, los clubes de fitness operaban bajo un escenario de relativa estabilidad y control. Nos dedicábamos a generar acciones comerciales on y off line con el objetivo de incrementar el tráfico en el punto de venta, que en un alto porcentaje eran las recepciones de los propios clubes. A partir de ahí y una vez introducidos los datos en el sistema informático, el cliente ya era nuestro, nos pertenecía. Después de eso sólo teníamos que darle un servicio adecuado, para mantenerlo durante el mayor tiempo posible pagando su cuota mensual. Si notábamos que empezaba a mostrar signos de debilidad (poca asistencia, desmotivación, reducción del consumo, etc.) activábamos mecanismos para intentar recuperarlo y alargar un poco más su estancia, posponiendo la baja uno o dos meses más. Muchos clubes incluso tenían sistemas para mantener al cliente en “stand by” hasta que se volviera a animar a hacer deporte. Nos referimos a las cuotas de mantenimiento. Todo vale con el fin de que no perdamos a ese cliente que es nuestro, ya que tenemos sus datos en el sistema y al final lo importante es que pague, aunque sea poco. Cuando finalmente el cliente se daba de baja, nuestra misión era intentar recuperarlo más adelante y, mientras tanto, ver si podíamos sustituir a ese cliente por otro del mismo valor, es decir, que pague su cuota mensual y, de paso, que gaste algo más en los servicios fuera de cuota del club. Todo esto pasará a ser parte del pasado en no demasiado tiempo. De hecho, a medida que lo escribo ya me parece que describe una forma de operar de otra época. No me parece que este tipo de funcionamiento esté alineado con la realidad actual y menos con los modelos de funcionamiento que estamos viendo en las empresas más actualizadas y exitosas de otros sectores. El futuro apunta en una dirección muy, muy diferente. Y no me refiero al futuro lejano, sino al futuro inminente, porque parte del cambio ya lo estamos empezando a vivir. En ese futuro seguiremos haciendo acciones de captación, pero serán más on que off line, y el objetivo ya no será que el cliente venga a la recepción del club, porque ya no venderemos en el club, lo haremos en la red. De hecho, en la mayoría de los casos ni siquiera haremos nosotros la venta, la hará un intermediario que habremos autorizado para que venda entradas de nuestro negocio. Ya no estaremos obsesionados en conseguir que el cliente sea nuestro, porque no podremos poseerlo. Tendremos sus datos en nuestro sistema informático igual que antes, pero ya no nos pertenecerá. En el futuro, el cliente será libre y nosotros nos tendremos que conformar con que acepte visitarnos de vez en cuando. Es como el hijo que se ha ido de casa. Nos gustaría que viniera más a visitarnos, pero cuando lo hace somos felices. Ese cliente libre, que podrá elegir cada día entre un montón de opciones deportivas de calidad, sin tener ningún compromiso o atadura con ninguna de ellas, alternará nuestros servicios con los de nuestra competencia. Ya no lucharemos por poseer al cliente, porque esa lucha será en vano. Ahora lucharemos por tener notoriedad, por darle motivos para que venga la primera vez, para que vuelva más veces a partir de ahí y, si es posible, para que traiga a sus amigos. En este nuevo escenario, el marketing ya no es un tema de campañas en enero y septiembre para llenar a tope el club y sobrevivir el resto de los meses. Ya no funciona así, eso ya no es suficiente. Ahora el marketing es algo de cada día, es continuo. Cada día, cuando se levanta la persiana, se empieza de nuevo. En un mundo así, es lógico que el marketing sea más on-line, con inversiones más pequeñas, pero más continuadas. Con acciones mucho más segmentadas y dirigidas a un perfil concreto de potenciales clientes. Y en un mundo así, el mejor marketing es hacer bien las cosas. Es generar experiencias por las que valga la pena volver y experiencias que valga la pena compartir con los amigos. El boca-oreja es el marketing del futuro. Nunca ha dejado de serlo, pero en los últimos años estaba tapado por las voces de las empresas, que decían lo buenas que eran y ensordecían la opinión del cliente. Pero eso ya ha desaparecido, ahora el boca-oreja tiene un gran amplificador que es Internet y las redes sociales y ya nada puede taparlo. Ya nadie escucha a las empresas hablar de ellas mismas. No es creíble, no es confiable, no es relevante. Otro elemento que va a verse afectado en este nuevo escenario es la relación con los clientes y, más concretamente, la comunicación. Los clientes tienen vidas ocupadas y en algunos casos hasta interesantes, ¿crees que estarán pensando en ti? Pues, no lo creo. Están en sus cosas y tú debes llegar a ser una de ellas. Para conseguirlo vas a tener que incrementar el nivel de comunicación con los clientes. En primer lugar, porque estos clientes ya no son sólo tuyos y, en segundo lugar, porque ya no tienen que justificar una cuota que han pagado y obligarse a venir a tu club. Ahora sólo pagan si vienen, por lo que hay que hacer que vengan, hay que llamar su atención, hay que darles motivos para venir y hay que estar presentes en sus mentes y en sus vidas. Mayor intensidad en la comunicación, pero con tacto, con calidad, con respeto y aportando algo interesante. Las redes sociales y apps personalizadas que permitan enviar mensajes push son buenas herramientas para la comunicación en esta nueva era. Este artículo está escrito en plan futurista, pero a día de hoy ya no lo es tanto, porque muchas de estas tendencias ya se están dejando ver. No es un artículo escrito mirando a través de una bola de cristal, es un artículo interpretando lo que ya está pasando. Sólo es cuestión de que el cocido se vaya haciendo lentamente y que, lo que hoy supone algo incipiente, acabe consolidándose. Les propongo que volvamos a leer este artículo dentro de 3 ó 4 años, no hacen falta más. ¡Feliz cambio! [i] Plato tradicional de la cocina española.

¿Cuál es la curva de aprendizaje de tu empresa?

Toda organización debería fijar como objetivo acelerar su curva de aprendizaje para poder mejorar su competitividad y sus resultados año tras año. La “curva de aprendizaje” es el proceso a través del cual una empresa va adquiriendo experiencia y conocimientos que le permiten conseguir mejores resultados con un menor costo y esfuerzo. La curva de aprendizaje hace que las empresas vayan mejorando sus procesos para volverse más eficientes y más eficaces. Al final, eso se traduce en un mejor resultado económico. Detrás de todo este proceso de aprendizaje hay mejoras en procesos, en el propio modelo de gestión y en la organización interna de la empresa. Las preguntas clave son: ¿cuál es la curva de aprendizaje de tu empresa? ¿Es una curva rápida o es lenta? ¿Ha realizado tu empresa cambios sustanciales en procesos, en organización o en gestión? ¿Mejora tu empresa algunos aspectos clave cada año o es una empresa estática? En el año 2012 publicamos el “Estudio WSC-Precor sobre el nivel de gestión en los clubes de fitness de España” y pudimos comprobar que el modelo de gestión de las cadenas o grupos de clubes era superior al de los gimnasios independientes. El motivo principal está en que las cadenas tienen una curva de aprendizaje más rápida, lo que al cabo de los años se traduce en mejores resultados de explotación. Para entender por qué pasa esto, tenemos que analizar cómo aprenden las empresas. Y en esta línea cabe mencionar que hay 3 fuentes de aprendizaje:
  • Experiencias propias: todos los gimnasios aprenden de la experiencia que van acumulando. Sin embargo, no todos aprenden a la misma velocidad. Aquellos centrados en apagar incendios y con visión de corto plazo, difícilmente pueden sacar provecho de las experiencias que tienen, por lo que pasan por ellas sin que les aporten un aprendizaje y, por lo tanto, una ventaja competitiva.
  • Experiencias de otros: estas experiencias pueden ser de la competencia o de otros gimnasios afines al propio. Cuanto mayor es la relación con esos gimnasios, más fácil es compartir experiencias y aprender unos de otros. Éste es uno de los motivos por los que las cadenas tienen una curva de aprendizaje más rápida que los independientes, ya que aprenden de muchos gimnasios a la vez.
  • Diferentes interpretaciones de una misma experiencia: no todos los gimnasios están igual de atentos a esas experiencias ni tienen la misma capacidad para analizarlas y para generar cambios y mejoras a partir de ellas. Generalmente, las empresas con una cultura abierta y participativa, que cuentan con equipos multidisciplinarios, corren con ventaja.Esto ocurre porque este tipo de empresas tiene una mayor capacidad de analizar las experiencias y de llegar a soluciones creativas. Esto supone otro punto a favor de las cadenas, que suelen contar con equipos más amplios y con estructuras centralizadas dedicadas al análisis de datos y a la mejora continua.
En la gráfica podemos ver la curva de aprendizaje de dos gimnasios diferentes. El A tiene un rápido aprendizaje al inicio, lo cual es normal ya que al comienzo es más fácil mejorar el funcionamiento del gimnasio. A partir de ahí, sigue con una curva ascendente aunque su velocidad de aprendizaje es cada vez más lenta. Con los años va costando cada vez más mejorar el gimnasio, pero las pequeñas mejorar se suman a las anteriores y pueden ser muy importantes para garantizar la competitividad futura. El gimnasio B tiene una curva de aprendizaje parecida inicialmente al A, pero con una velocidad menor. Eso suele estar provocado por alguno de los 3 factores comentados previamente. Además, se observa que este gimnasio llega a una meseta de aprendizaje en el 7º y 8º año, y a partir de ahí, empieza incluso a desaprender. Hay gimnasios que con el tiempo se vuelven menos eficaces y empeoran en sus procesos y en su modelo de gestión. Éste es un signo de “quemazón” en los equipos directivos que acaba relajando la presión sobre los objetivos y generando una pérdida de control de la empresa. Este gráfico es un modelo teórico para representar la curva de aprendizaje de una empresa, pero en la realidad, el aprendizaje es algo más desestructurado. Además, como el mercado, la competencia y el consumidor cambian, hay ocasiones en que las empresas toman decisiones que implican grandes cambios organizativos y de modelo de negocio, lo que puede provocar una aceleración en la curva de aprendizaje. Ese salto en el aprendizaje que se observa en el año 8 del gráfico, suele responder a grandes cambio en el entorno. Por ejemplo, con la entrada del fenómeno low-cost, algunos gimnasios se han visto obligados a hacer cambios sustanciales en su modelo de negocio, lo que ha supuesto un gran reto pero también un nuevo aprendizaje. Toda empresa debería marcarse como objetivo acelerar su curva de aprendizaje para poder mejorar su competitividad y sus resultados año tras año. Éstas son algunas de las ideas que pueden ayudar a acelerar la curva de aprendizaje de un gimnasio:
  • Ten clara la Misión y Visión de tu empresa, ya que eso te ayudará a tener el equipo focalizado en la dirección a seguir. Es más fácil que surjan ideas cuando la dirección hacia la que hay que mirar está bien definida.
  • Crea un equipo directivo de confianza que sea el motor de tu empresa y que busque la mejora continua.
  • Gestiona buscando un equilibrio entre el día a día y el medio y largo plazo. Lo “importante y no urgente” debe tener cabida en la agenda del equipo directivo.
  • Involucra a todo el personal en la mejora del gimnasio. Haz que traigan sus cerebros a trabajar. Pídeles opinión, recoge sus ideas, comparte datos y pasa tiempo con ellos para buscar soluciones.
  • Crea una red de contactos con otros gimnasios que estén dispuestos a compartir información y a ayudarse mutuamente.
  • Participa en formaciones y eventos del sector para estar al día de los cambios y de las tendencias que surgen, tanto a nivel de producto como de gestión.
  • Aprende también de los clientes, sus opiniones son muy valiosas para saber qué aspectos son importantes y requieren más recursos, y qué otros aspectos son prescindibles.
Ten un buen “Cuadro de Mando” que refleje los indicadores clave de tu negocio y que te permita saber con seguridad en qué aspectos estás consiguiendo mejoras concretas.

Qué son los “contactos de valor”

Se trata de conversaciones entre un asesor/técnico y un cliente, que está perdiendo interés por la actividad y piensa abandonar. El objetivo es detectar sus necesidades no cubiertas y ofrecerle la mejor solución posible para que decida quedarse en el club. En una época en la que conseguir nuevos clientes se está convirtiendo en una odisea para las empresas, la fidelización ha cobrado si cabe más importancia. En artículos previos he hablado sobre la fidelización de clientes, pero quiero dedicar todo un artículo a una forma de actuar que está consiguiendo resultados espectaculares en algunos clubes deportivos. Se trata de lo que llamamos los “contactos de valor”. ¿Qué es un contacto de valor? ¿Qué lo diferencia de otros contactos? ¿Cuándo debe hacerse? ¿Con qué clientes hay que hacerlo? ¿Cómo se hace? Vamos a intentar responder a todas estas preguntas. Un contacto de valor consiste en una conversación “compleja” entre un asesor/técnico y un cliente, y tiene como objetivo detectar necesidades del cliente no cubiertas hasta ese momento, buscar la mejor “solución” posible y hacer que el cliente se decida a probar dicha solución. El resultado final es, por lo tanto, que el cliente esté más satisfecho al tener mejor cubiertas sus necesidades. Los contactos de valor se inician cuando algún trabajador del club detecta una “señal de alarma”. Todo cliente está dentro de una espiral en la que se desplaza hacia arriba o hacia abajo, nunca está quieto. Moverse hacia arriba del espiral significa que cada vez está más motivado y enganchado con el fitness, mientras que moverse hacia abajo significa que va perdiendo interés hasta que se desmotiva totalmente y se da de baja. Antes de que la baja suceda, hay muchas señales que indican que el cliente está bajando en la espiral de la motivación. A modo de ejemplo, algunas de esas señales son: reducir la frecuencia de uso del club, hacer siempre los mismos ejercicios o actividades, no relacionarse con otra gente, estar periodos cortos sin ir al club, no disfrutar con el entrenamiento, etc. Cuando un asesor/técnico detecta una señal de alarma, debe iniciar un contacto de valor. A diferencia de otros contactos con clientes, éste tiene un claro objetivo ya que en la mente del asesor hay este pensamiento: “He visto una señal de alarma y creo que ese cliente está bajando su nivel de motivación, por lo que voy a ir para averiguar si realmente eso es así, encontrar cuál es la causa de dicha desmotivación, buscar una solución y hacer que se decida a probarla o comprarla”. No se trata de hacer una corrección técnica o de saludar o de ofrecerse en caso de que el cliente lo necesite. Un contacto de valor es mucho más profundo y complejo que el resto de los contactos. Las fases del proceso Para aprender a hacer un contacto de valor, es conveniente dividir el proceso en varias fases:
  • Fase 1: Saludo y, en el caso de que sea un cliente nuevo o no lo conozcamos, es necesario presentarse y pedirle su nombre, ya que utilizar el nombre del cliente en el proceso ayudará a personalizar y a hacer más próxima la conversación.
  • Fase 2: Averiguar el problema, la insatisfacción o la necesidad no cubierta. Para conseguirlo solo hay una fórmula, preguntar. Se puede empezar con preguntas genéricas tipo “¿Estás a gusto en el club?” “¿Qué te parece el entrenamiento que realizas?” “¿Cómo te sientes desde que vienes al club?”. Estas preguntas iniciales sirven para romper el hielo, pero difícilmente nos destaparán un problema o insatisfacción. Por ese motivo, es necesario “rascar” un poco más y hacer preguntas más concretas que nos aseguren que el cliente está realmente a gusto. Algunas de estas preguntas pueden ser: “¿Estás consiguiendo realmente el objetivo que te habías propuesto?” “¿Estás viniendo a entrenar todos los días que querías?” “¿Vienes con ganas o te cuesta venir?” “¿Hay algo que no te guste o que eches de menos en el club?”. Cuando una respuesta del cliente a alguna de estas preguntas nos indique que algo no está funcionando bien, seguiremos preguntando en esa dirección hasta encontrar el problema real.
  • Fase 3: Averiguar qué le gustaría realmente a ese cliente, cuál sería la situación ideal o que se esperaría que sucediera para estar realmente satisfecho. Por ejemplo, si  una persona acaba reconociendo en la fase anterior que se aburre en el club, le preguntamos: “¿Qué te gustaría que hubiera en el club para no aburrirte?”
  • Fase 4: Una vez el asesor conoce realmente el problema, es cuando empieza a pensar en las posibles soluciones y ofrecerá al cliente la mejor solución posible. No la más económica o la más fácil, ofrecerá la mejor. Es el cliente quien debe decidir si cree que esa solución le va a ayudar. Por este motivo, las soluciones se presentan también en forma de pregunta. Si pensamos que la mejor solución es aprender un nuevo deporte como el Pádel, no le diremos “lo que tú necesitas es aprender a jugar a Pádel”. En lugar de eso le diríamos algo así: “Si aprendieras una actividad totalmente nueva como el Pádel, ¿te ayudaría eso a divertirte y a venir más motivado?” Es el cliente quien decide. Si la respuesta es afirmativa, pasaremos a la siguiente fase. Si la respuesta es negativa, buscaremos otra solución y se la volveremos a presentar en forma de pregunta.
  • Fase 5: La última fase consiste en lo que llamamos “cerrar la venta”, es decir, hacer que el cliente se decida a probar la solución que ha elegido. Para esto utilizaremos preguntas como “¿Cuándo te gustaría empezar?”, “¿Buscamos hora para la semana que viene con un entrenador?”. Entendemos que se ha producido el “cierre de la venta” cuando el cliente asume un compromiso serio para iniciar la actividad, y eso es así cuando hay una cita, una fecha de inicio concreta o cuando se ha producido el pago del servicio.
La importancia de las preguntas Como se puede observar en las fases anteriores, la comunicación con el cliente se gestiona principalmente con preguntas. No se lo intenta convencer, sino que se le plantean preguntas para que haga un proceso mental que el asesor irá dirigiendo con las preguntas adecuadas. Al hacerlo de esta manera, el cliente no tiene la sensación de que le queremos vender algo, sino que tiene la sensación de que le queremos ayudar. En realidad, esa es la esencia del servicio al cliente y esa debería ser la única intención y la principal responsabilidad del personal del club. En todo proceso de asesoramiento/venta, el que pregunta es el que tiene el control del proceso. Para hacer los contactos de valor es necesario dominar la técnica de preguntar. Además de dominar la técnica, es importante que el asesor tenga claros los diferentes tipos de preguntas y el orden que se debe seguir:
  • Preguntas para averiguar la necesidad real;
  • Preguntas para averiguar qué le gustaría conseguir realmente;
  • Preguntas para averiguar cuál sería una buena solución para él/ella;
  • Preguntas para averiguar si está dispuesto a probar la solución y cuándo.
Imagina un club en el que todo el personal esté mentalizado de hacer este tipo de contactos y que tenga la formación para hacerlos correctamente. Sólo es necesario que cada trabajador del club haga uno o dos contactos de valor al día. Si esto lo hacen todos y lo hacen cada día, se solucionan muchas insatisfacciones de clientes y se mejora enormemente la fidelización, reduciéndose considerablemente el número de bajas. La figura del líder/gestor es vital para poner en marcha este proceso, ya que todo se inicia con un cambio de mentalidad del equipo. En lo que respecta a los técnicos, tienen que cambiar su forma de pensar y de entender su puesto de trabajo. Deben pasar de técnicos a asesores y asumir plenamente su rol en la gestión de clientes. Éste es un proceso en el que hay que convencerles y explicarles por qué su puesto de trabajo debe cambiar y abrirles una nueva forma de desempeñarse, dándoles el apoyo y las herramientas necesarias para hacerlo bien. El liderazgo y la formación juegan un papel fundamental en este proceso de cambio.