La apasionante industria y negocio del
fitness, cuyo mercado no para de crecer, en prácticamente todo el mundo, ha entrado en una fase de hiper competencia. Esto está suponiendo grandes retos para los operadores actuales y para los que quieren entrar en el sector (ver
https://chanojimenez.com/montar-un-gimnasio/ ), sobre todo en cuanto a mentalidad.
Para encarar estos desafíos, los gerentes deben prestar especial atención a dos aspectos: el marketing estratégico (ver
https://chanojimenez.com/fitness-marketing/ ) y la mentalidad necesaria para garantizar la aplicación de las estrategias, dando lo mejor de sí. En este artículo, nos vamos a ceñir a esta segunda parte que supone el 50% o más del éxito de un empresario o directivo.
Cuando hablamos de mentalidad en los negocios, queremos contar con los recursos psicológicos para encarar tres grandes dificultades:
- Alimentar continuamente nuestra motivación, para mantener un alto rendimiento.
- Encajar los golpes, dificultades, contingencias que suponen duros reveses, para no bajar demasiado el rendimiento y logar recuperarnos lo antes posible.
- Mantener la serenidad, en todo momento, para tomar buenas decisiones, de forma objetiva, en todas las circunstancias.
Cómo alimentar la motivación en negocios fitness
Los consejos brindados por expertos en esta materia como Jim Rohn, Tony Robbins o Simon Sinek inciden en los siguientes aspectos:
- La necesidad de apertura de mente, porque esta es requisito indispensable para el aprendizaje que, a su vez, es requisito para lograr nuestra mejor versión y para mantenernos en una senda de mejora continua permanente.
Este aspecto, no siempre es fácil de lograr y mantener, porque cuestiones como la soberbia (a menudo fruto del éxito material), la envidia o el anquilosamiento por pensar que la veteranía ya nos ha dado todas las respuestas, nos impiden, muchas veces, incluso de forma subconsciente o con prejuicios mentales, contar con la disposición de aprendizaje de otras personas o de las nuevas circunstancias que se van produciendo.
- Gestión de las expectativas. Si bien las expectativas son las que impulsan la motivación y, por tanto, debemos generarlas y practicar la visualización de estas, también es cierto que expectativas poco realistas nos pueden llevar a la decepción y la frustración.
Por tanto, debemos fijarnos metas que resulten retadoras, pero factibles y, en cualquier caso, entender que estas son un referente, un norte que nos orienta e inspira, pero no una exigencia inflexible que nos haga sufrir cuando las circunstancias nos compliquen mucho su cumplimiento.
En este sentido, puede ser de gran ayuda la autosugestión que se basa en la idea de que podemos influir en nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos repitiéndonos afirmaciones positivas. Cuando tienes claro lo que quieres lograr, tienes que hablarle a tu mente y decirle lo que quieres ser, lo que en tu mente ya eres, para predisponer tu subconsciente y alinearlo con tus objetivos.
El motor del logro es la motivación y el desencadenante de la motivación son las expectativas.
- Actitud de mejora continua e incremental. Cuando no podemos avanzar rápido, debemos avanzar despacio, cuando no podemos avanzar, ni siquiera despacio, debemos frenar el retroceso. Pero, siempre, debemos hacer el esfuerzo de dar lo mejor de nosotros mismos.
No te juzgues por el logro material, valórate por tu capacidad de disciplinarte para hacer las tareas concretas que te has fijado.
Esta fue una de las enseñanzas que obtuve de mi paso por el colegio de los Salesianos y, posteriormente, encontré una metáfora magnífica de esta actitud en el sistema de entrenamiento de alta intensidad de series descendentes, en el que fijas un peso con el que puedas realizar un número determinado de repeticiones y, cada vez que llegas al fallo muscular (imposibilidad de seguir moviendo el peso con una contracción muscular concéntrica) lo bajas, para seguir haciendo repeticiones hasta llegar, de nuevo, al fallo muscular y así, sucesivamente, hasta llegar a un grado de desgaste muscular de muy alta exhaustación (el magnífico estímulo para el crecimiento)
.
- Alimentar la motivación cada día. Aunque pueda parecer paradójico, para llegar a ser disciplinado hay que disciplinarse a diario. La manera más fácil de lograrlo es meter en nuestra agenda cotidiana espacios de tiempo de alimento de nuestra motivación, hasta que automaticemos ese estado de alta energía y capacidad de esfuerzo.
Para alimentar la motivación, mi herramienta clave son los procesos de aprendizaje. Cuánto más sabes de un tema, más impelido te sientes a perfeccionarte en esa área. Por tanto, la idea es dedicar tiempo a la adquisición de conocimientos mediante las formaciones, la lectura, los podcasts o los vídeos pertinentes. En ese sentido, estar subscrito a blogs o
newsletters de expertos, puede ser una estrategia muy provechosa.
Encajar los golpes
Este es un tópico, muy conectado con la resiliencia y que ha sido abordado por especialistas en la materia como Brian Tracy o Zig Ziglar. Algunos de sus consejos incluyen:
- Entender que somos humanos y es inevitable que los contextos o entornos, en donde nos ubicamos, nos condicionan y afectan mucho a nuestros estados emocionales. Sobre todo, en cuestiones de estrés. Por eso, resulta fundamental que cada uno organice su vida para que esta no le arrolle y entienda y prevenga qué circunstancias actúan como disparadores que nos provocan pérdida de control y, por tanto, errores.
En este sentido, las expectativas realistas sobre el tiempo, las tareas, las relaciones personales y las posibles contingencias, ayudarán a una gestión del tiempo, no solo más eficiente sino, sobre todo, más llevadera y confortable a nivel emocional.
- Entender la competitividad y el absurdo de competir entre desiguales (de hecho, partiendo de las circunstancias de nuestra llegada a este mundo, no hay dos personas iguales). La competición está a tu servicio y no al revés.
En este sentido, también resulta clave
conocer y confiar en tus capacidades: puedes lograrlo sin hacerlo perfecto, puedes lograrlo, aunque falles de vez en cuando, puedes lograrlo, aunque tengas fuertes caídas, puedes lograrlo, aunque sufras ataques, en eso consiste el ser competitivo y aceptar todo lo que ocurra, adaptándote, jugando estratégicamente, pero no arredrándote.
El gran reto es, en todo momento, aceptar, encajar y dar lo mejor de ti.
- Desarrollar la paciencia. Incluso mejorando mucho nuestra gestión de las expectativas, las probabilidades de que la realidad nos castigue retrasando los logros son muy altas. Por eso, debemos esforzarnos mucho por entender los procesos y ser flexibles con los tiempos.
Igualmente, el buscar datos e información objetiva, que nos ayuden a entender en cada momento qué está sucediendo y por qué se está retrasando el logro nos ayudará a no precipitarnos, no sobre reaccionar y, en general, evitar errores.
- Encaje y resiliencia. Como ya hemos indicado, el entorno y las circunstancias, siempre podrán sorprendernos y, en consecuencia, debemos aceptar las circunstancias, nuestras propias debilidades, los errores y la imperfección, que rigen la vida. Esto será de gran ayuda, para recuperarnos de los golpes, controlar la caída y lograr una recuperación muy rápida.
En este sentido, resulta paradigmática la facultad, analizada por expertos en psicología deportiva, de campeones como Rafael Nadal, y lo que se ha dado en llamar F5 (la tecla de reseteado que refresca la pantalla del ordenador). Cuando Rafa comete un error o, simplemente, su rival le supera en un punto, no dedica ni un segundo a lamentarse y sentirse mal, sino que tiene el hábito ganador de hacer
borrón y cuenta nueva y, muy rápidamente, enchufarse con la siguiente acción de juego.
Al fin y al cabo, en la vida como en el deporte, el éxito depende de la excelencia en las acciones concretas que acometemos y, para lograr esa excelencia, el estado mental de concentración en el desempeño es primordial.
- Cultivar el pensamiento positivo. Según los expertos en psicología, este se define como una forma de enfocar la mente en lo bueno y lo constructivo, buscando el lado positivo de las situaciones y experiencias. No se trata de negar la realidad o ignorar las dificultades, sino de cultivar una actitud que nos permita afrontarlas con mayor resiliencia, optimismo y confianza en nuestras capacidades.
Mantener la serenidad
En este mundo de locos, tan volátil y expuesto a miles de noticias y estímulos cotidianos, mantener la serenidad no es tarea fácil. No obstante, también contamos con eruditos que han estudiado este campo como Eckhart Tolle, Jon Kabat- Zinn o Daniel Goleman, que nos brindan sus conclusiones:
- Aceptar la realidad y fluir. Encontrar el equilibrio entre fijar objetivos y desarrollar la disciplina para lograrlos y, a la par, entender la volatilidad del entorno, adaptándonos a ella y buscando que el proceso sea satisfactorio.
- Flexibilidad psicológica. Tu capacidad para reconocer y aceptar tus emociones se conoce como flexibilidad psicológica. Muchas personas creen que tienen que aceptar lo bueno y purgar lo malo, pero los psicólogos han descubierto que las personas que pueden experimentar la realidad tal como es son mejores para adaptarse a las situaciones, experimentan menos estrés y tienen menos probabilidades de sentirse deprimidas por los tiempos difíciles.
Por ejemplo, si tiene una experiencia frustrante, es mejor permitirse reconocer la frustración, aceptar por qué le molestaría y luego dejar que la frustración desaparezca abordando lo que puede hacer que esté bajo su control para manejar la situación de manera diferente.
Cuando te encuentres en esos momentos difíciles, separa tus pensamientos de tus juicios. Las personas entierran sus sentimientos en parte porque creen que se refleja mal en su identidad. Pero un pensamiento es solo un pensamiento. Permitir pensamientos y sentimientos sin juzgarlos puede ayudarte a ver las situaciones con mayor claridad y aprender a adaptarte.
- Entender la importancia de los contextos. Aunque para vivir y lograr cosas hay que asumir riesgos y “meterse en el barro”, nuestra mente también necesita recuperarse y encontrar momentos de paz y desconexión. Cuanto más tranquilo y aislado sea el entorno, menos riesgo de interferencias que nos provoquen alteraciones. Por tanto, en tu día a día has de reservar espacios de paz, sobre todo hacia el final del día, para facilitar el sueño.
- Conocer y evitar los disparadores de ansiedad y nerviosismo. Muchas veces, incluso sin darnos cuenta, buscamos muletas que nos ayuden a conllevar el estrés, que empeoran nuestra situación emocional (como la ingesta de café o el tabaco). Haremos bien en evaluar qué eventos cotidianos disparan nuestra adrenalina y nuestro cortisol (tal vez ciertos programas de radio o televisión, partes de nuestro desempeño laboral, encuentros con ciertas personas, conducir el automóvil, etc.) y empezar por ser conscientes, como primer paso para auto- regularnos y no caer en las trampas hormonales.
- Evita los bandazos. Si estás activo profesional o empresarialmente, no puedes estar aislado del mundo, porque necesitas estar al día para adaptarte a lo que sucede en cada momento y tomar decisiones correctas. Pero, también debes regular tu nivel de exposición a noticias, información y, en general inputs externos, porque es fácil caer en la trampa de la sobre reactividad. Como ejemplo, te verás expuesto a información sobre lo que hacen tus rivales/competidores o lo que hacen determinados “exitosos”, que en la mayoría de los casos no son más que vende humos.
Si tienes duda respecto a la necesidad de encarar cambios, haz un análisis lo más documentado y objetivo posible, pero evita a toda costa estar haciendo continuos cambios de rumbo.
- Meditación. Esta es altamente efectiva, para el logro de la serenidad. Es una cuestión fisiológica. Buscar serenar la mente, enfocando nuestra atención en la respiración y con atención plena al momento, simplemente observando sin juzgar, evitar el parloteo mental sin esforzarnos. La simple repetición de la respiración nasal lenta y abdominal, alargando la fase de exhalación, nos irá llevando a un estado de frecuencia de ondas theta.
- Hablando de serenidad hay que dejar claro que la falta de descanso puede desencadenar una serie de respuestas hormonales que afectan al logro de un estado de serenidad. Una de las hormonas clave involucradas es el cortisol, conocido como la hormona del estrés. Cuando no se descansa lo suficiente, los niveles de cortisol tienden a aumentar, lo que puede provocar sensaciones de ansiedad, irritabilidad y dificultad para relajarse.
Además, la falta de sueño también puede afectar la producción de hormonas relacionadas con el bienestar y la felicidad, como la serotonina y la dopamina. Estas hormonas juegan un papel importante en regular el estado de ánimo y promover sentimientos de calma y serenidad. Cuando el sueño es insuficiente, la producción de estas hormonas puede disminuir, lo que dificulta alcanzar un estado de serenidad.
Como recomendación final, que abarca, prácticamente, todos los aspectos referidos,
si quieres mejorar tu mentalidad, trabaja sobre tus hábitos mentales, para que automatices los comportamientos y reacciones exitosos.