El Pilates es efectivo para los pacientes con hipertensión, según estudio

Un estudio publicado en el Journal of Human Hypertension revela que "los programas de entrenamiento de Pilates son seguros y efectivos para los pacientes con hipertensión". Al mismo tiempo, señala que estos ejercicios pueden incorporarse como parte integral de la rehabilitación de las personas que tienen presión arterial alta. La investigación también sugiere que la combinación de intervenciones farmacológicas y no farmacológicas es clave para controlar los factores de riesgo asociados con la hipertensión. Específicamente, el ejercicio se considera "una excelente intervención para reducir la presión arterial en pacientes hipertensos, incluso aquellos con poca respuesta a los medicamentos". Dentro de los diversos tipos de actividades, el ejercicio aeróbico se destaca como la opción principal para controlar la presión arterial. Además, según este estudio, el ejercicio isométrico, el entrenamiento de resistencia dinámica y los intervalos de alta intensidad también demostraron efectos positivos en pacientes hipertensos. Para realizar esta revisión sistemática y metaanálisis, se seleccionaron cuatro ensayos clínicos aleatorios y siete estudios comparativos de cuatro bases de datos electrónicas hasta septiembre de 2023, (actualizado en diciembre de 2023).

Las enfermedades relacionadas con el estilo de vida están impulsando el COVID-19, según The Lancet

Las enfermedades relacionadas con el estilo de vida están impulsando el COVID-19, según la revista médica británica The Lancet. Esta afirmación la hizo el editor de dicha publicación, Richard Horton, médico y licenciado en Fisiología por la Universidad de Birmingham, quien también dijo que “necesitamos un cambio radical de dirección para enfrentar” este problema.

“Hay dos categorías de enfermedades que interactúan dentro de poblaciones específicas: la infección por el coronavirus (SARS-CoV-2) y una serie de enfermedades no transmisibles (ENT). Estas condiciones se agrupan dentro de los grupos sociales de acuerdo con patrones de desigualdad profundamente arraigados en nuestras sociedades”, remarca Horton.

“Limitar el daño causado por COVID-19 -continúa- exigirá mucha más atención a las ENT y la desigualdad socioeconómica de lo que se ha admitido hasta ahora. El número total de personas que viven con enfermedades crónicas está aumentando: abordar el coronavirus significa abordar la hipertensión, la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y respiratorias crónicas y el cáncer”.

“La suma de estas enfermedades en un contexto de disparidad social y económica exacerba los efectos adversos de cada enfermedad por separado. La naturaleza de la amenaza que enfrentamos significa que se necesita un enfoque más matizado si queremos proteger la salud de nuestras comunidades”, destaca el experto.

Por otra parte, los datos del informe Global Burden of Disease muestran que enfermedades prevenibles como la obesidad, la hipertensión arterial y la diabetes tipo 2 han hecho que el mundo sea más vulnerable al coronavirus. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia global de obesidad casi se triplicó entre 1975 y 2016.

“El aumento de tres décadas en las enfermedades prevenibles ha llevado a una situación en la que los gobiernos y las organizaciones de salud pública deberían reevaluar la forma en que están tratando de abordar la pandemia, ya que han adoptado un enfoque demasiado estrecho cuando se trata de manejar este brote del SARS-CoV-2”, concluye Horton.

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Los adultos jóvenes, que son obesos, hipertensos y portadores de Covid-19 tienen un mayor riesgo de que su cuadro se agrave, según un estudio

Los adultos jóvenes con obesidad e hipertensión que hayan contraído COVID-19 tienen un riesgo más elevado de agravar su cuadro y de morir, según un estudio realizado en pacientes de entre 18 a 34 años en Estados Unidos. El mismo fue publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA) a principios de septiembre. De los 3222 pacientes analizados “el 21% requirió cuidados intensivos, el 10% necesitó ventilación mecánica, y el 2,7% murió- señaló el informe-. La obesidad mórbida, la hipertensión y la diabetes fueron comunes y se asociaron con mayores riesgos de eventos adversos”. En conclusión, estas enfermedades “se asociaron con un mayor riesgo de muerte o ventilación mecánica”, indicó el autor de la investigación Dr Scott Solomon del Brigham and Women’s Hospital, siendo que el 41% de los que tenían obesidad fallecieron o requirieron respiración asistida. “La enfermedad por coronavirus está aumentando rápidamente entre los adultos jóvenes en Estados Unidos. A menudo descrita como una enfermedad que afecta a los adultos mayores, hasta donde sabemos, pocos estudios han incluido pacientes más jóvenes para comprender mejor su trayectoria clínica anticipada”, explica Solomon. “Los adultos jóvenes con más de una de estas afecciones enfrentaron riesgos comparables a los observados en adultos de mediana edad- agrega el informe-. Dado el marcado aumento de las tasas de infección por COVID-19 en esta franja etaria, estos hallazgos subrayan la importancia de las medidas de prevención de infecciones”. Una manera de cuidarse de estas enfermedades y reforzar el sistema inmunológico es realizando actividad física. “Está demostrado que puede prevenir hasta más de 35 tipos, incluyendo las crónicas no transmisibles, como la hipertensión y la obesidad, entre otras”, dice la Dra. Julieta Alfonso, especialista en medicina del deporte. “La recomendación mínima es hacer 150 minutos de actividad física moderada por semana. Lo ideal sería entrenar todos los días y alcanzar los 300 minutos semanales, y también incluir dos veces a la semana entrenamientos de fuerza. Hay que seguir el ejercicio físico a través del tiempo para seguir teniendo sus beneficios”, aconseja Alfonso.

En junio, los mexicanos redujeron la cantidad de actividad física que realizan en un 79,7%, según Fitbit

El número de pasos realizados por los mexicanos durante junio pasado disminuyó un 79,7% respecto del mismo mes del año anterior, según un estudio realizado por la compañía norteamericana Fitbit. Ese porcentaje sitúa a México en el cuarto puesto de los países que menos actividad física registraron. Estos datos se desprenden de un estudio de alcance mundial publicado el 25 de junio por Fitbit. Del mismo participaron 4 millones de usuarios de esta pulsera, que es capaz monitorear diferentes parámetros de la actividad física. Esta empresa estadounidense se dedica a la tecnología wearable desde 2007 y en 2019 fue adquirida por Google. El relevamiento también señala que, además de México, los países con mayor caída en los niveles de actividad física durante la pandemia fueron: Turquía (98,9%), Argelia (95,6), Rumania (87,7%), y Argentina (51,9%). Mientras que los que tuvieron una caída más leve fueron: Egipto (6.2%), Estados Unidos (5,2%) y Arabia Saudita (3,2%). En cuanto a la edad, la encuesta reveló que los jóvenes de entre 18 y 29 años fueron los que menos se ejercitaron. Con estos resultados, “se teme que haya una merma en los niveles de acondicionamiento físico de la población luego de la pandemia, seguida de un aumento de enfermedades crónicas como la obesidad y los problemas cardíacos”. Por otro lado, varios países han informado que las medidas de aislamiento han llevado a un incremento en el peso de la población. Este es el caso, por ejemplo, de Brasil donde una encuesta de la Universidad Federal de Minas Gerais mostró que casi cuatro de cada diez personas aumentaron de peso durante la pandemia. Por otro lado, el informe mostró que, incluso los países que no tuvieron un aislamiento total registraron una merma en el nivel de actividad. Tal es el caso de Japón, que registró una caída del 11% en junio respecto al mismo mes de 2019. Esto indica, según Fitbit, que la población no se sentía lo suficientemente segura para mantener su rutina. “Es posible que tengamos otras etapas de aislamiento que pueden llevar a periodos prolongados de poca actividad física. Esto podría aumentar el tamaño de la población más vulnerable a las complicaciones graves del COVID-19”, comenta Nina Rogers, epidemióloga del University College London del Reino Unido.

En junio, los argentinos redujeron la cantidad de actividad física que realizan en un 51,9%, según Fitbit

El número de pasos realizados por los argentinos durante junio pasado disminuyó un 51,9% respecto del mismo mes del año anterior, según un estudio realizado por la compañía norteamericana Fitbit. Ese porcentaje sitúa a la Argentina en el quinto puesto de los países que menos actividad física registraron. Estos datos se desprenden de un estudio de alcance mundial publicado el 25 de junio por Fitbit. Del mismo participaron 4 millones de usuarios de esta pulsera, que es capaz monitorear diferentes parámetros de la actividad física. Esta empresa estadounidense se dedica a la tecnología wearable desde 2007 y en 2019 fue adquirida por Google. El relevamiento también señala que los países que registraron una mayor caída durante la pandemia en los niveles de actividad física fueron: Turquía (98,9%), Argelia (95,6), Rumania (87,7%), y México (79,7%). Mientras que los que tuvieron una caída más leve fueron: Egipto (6.2%), Estados Unidos (5,2%) y Arabia Saudita (3,2%). En cuanto a la edad, la encuesta reveló que los jóvenes de entre 18 y 29 años fueron los que menos se ejercitaron. Con estos resultados, “se teme que haya una merma en los niveles de acondicionamiento físico de la población luego de la pandemia, seguida de un aumento de enfermedades crónicas como la obesidad y los problemas cardíacos”. Por otro lado, varios países han informado que las medidas de aislamiento han llevado a un incremento en el peso de la población. Este es el caso, por ejemplo, de Brasil donde una encuesta de la Universidad Federal de Minas Gerais mostró que casi cuatro de cada diez personas aumentaron de peso durante la pandemia. México es otro de los países cuyos números preocupan, ya que en el estudio de Fitbit ocupa el cuarto lugar en el ranking de mayor caída en niveles de actividad física. Además, es el tercero con más muertes por COVID-19, y más del 70% de los fallecidos tenía como condiciones preexistentes hipertensión, diabetes u obesidad. Por otro lado, el informe mostró que, incluso los países que no tuvieron un aislamiento total registraron una merma en el nivel de actividad. Tal es el caso de Japón, que registró una caída del 11% en junio respecto al mismo mes de 2019. Esto indica, según Fitbit, que la población no se sentía lo suficientemente segura para mantener su rutina. “Es posible que tengamos otras etapas de aislamiento que pueden llevar a periodos prolongados de poca actividad física. Esto podría aumentar el tamaño de la población más vulnerable a las complicaciones graves del COVID-19”, comenta Nina Rogers, epidemióloga del University College London del Reino Unido.

Incluso la obesidad leve puede agravar un cuadro de COVID-19

Está comprobado que incluso la obesidad leve podría agravar el cuadro de COVID-19 y llevar a la muerte, según un artículo publicado en la Revista Europea de Endocrinología, para el cual los investigadores estudiaron a 482 pacientes que estaban internados por esta enfermedad en el Hospital Sant’Orsola de Bolonia, en Italia.

Poco más de una quinta parte tenía un índice de masa corporal (IMC) mayor a treinta, es decir que eran levemente obesos. Esto demostró tener relación con un mayor peligro de padecer insuficiencia respiratoria durante el COVID-19, y de entrar en terapia intensiva. Quienes tienen un índice mayor a cuarenta ya se los considera gravemente obesos.

Sin embargo, un IMC de 35 “aumenta dramáticamente el riesgo de muerte”, señalan los investigadores. En efecto, del 20% de la muestra que padecía COVID-19, el 30% murió dentro de los treinta días siguientes a la aparición de los síntomas. El equipo de científicos, además, notó que algunos pacientes eran jóvenes.

Recientemente, en junio se conoció un estudio codirigido por el cardiólogo David Kass del Hospital Johns Hopkins de Baltimore que prueba que en las poblaciones con una alta prevalencia de obesidad, el COVID-19 afecta a aquellos que son más jóvenes.

“Si sos joven y terminás hospitalizado con COVID-19, es muy probable que seas obeso. Estos pacientes son menos propensos a tener otras comorbilidades importantes como hipertensión, enfermedades cardíacas e incluso diabetes, por lo que la obesidad puede ser el factor principal que afecte su cuadro”, afirma Kass.

Por su parte, “algunas personas dicen que tener más peso dificulta la respiración, especialmente cuando estás enfermo”, comenta el director de la Unidad de Enfermedades Metabólicas de la Universidad de CambridgeStephen O’Rahilly, y opina que el riesgo proviene del hecho de que la grasa produce y regula las hormonas.

“Los obesos generan de más proteínas ‘de complemento’. Estas pueden desencadenar una coagulación sanguínea fuera de control, lo cual es un problema en enfermos con COVID-19 grave”, indica O’Rahilly. Además, cuenta que ellos tienen niveles más bajos de adiponectina, una hormona que protege los pulmones de la inflamación.

Ante estos nuevos conocimientos, algunos políticos han manifestado su preocupación, como la alcaldesa Claudia López de Bogotá, Colombia, que decretó la atención especial en pacientes con obesidad, o el primer ministro británico Boris Johnson que anunció un paquete de reformas para regular la publicidad y venta de comida chatarra.

Una investigación de la Universidad de San Pablo alerta por la inactividad física causada por la cuarentena

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), Brasil, publicaron un estudio en el American Journal of Physiology en el que se advierte por los efectos que puede generar la inactividad física. “El sedentarismo puede contribuir al deterioro de la salud cardiovascular incluso en períodos cortos de tiempo”, afirma la investigación.

“Una persona necesita entrenar al menos 150 minutos en ritmo que vaya de moderada a intensa por semana para ser considerada activa, de acuerdo con las pautas de la Organización Mundial de la Salud y las sociedades médicas. La actividad física realizada en el hogar parece una alternativa interesante para esto”, dice Tiago Peçanha, primer autor del estudio.

Algunos de los experimentos realizados en el marco de la investigación mostraron, por ejemplo, que mantener a una persona en cama durante 24 horas puede inducir a una atrofia cardíaca y a una reducción significativa en el calibre de los vasos sanguíneos durante una y cuatro semanas.

También en el estudio se realizaron pruebas en los que voluntarios se mantuvieron sentados continuamente durante períodos de tres a seis horas. El tiempo de inactividad fue suficiente para promover los cambios vasculares, el aumento de los marcadores de inflamación y el índice glucémico posterior a la alimentación.

“Estos primeros cambios observados en los estudios son funcionales, es decir, el corazón y los vasos sanguíneos de voluntarios sanos comenzaron a funcionar de manera diferente en respuesta a la inactividad física. Sin embargo, si la situación continúa, la tendencia es que se conviertan en cambios estructurales, más difíciles de revertir”, explica Peçanha.

Según los investigadores, si las personas sanas pueden sufrir las consecuencias por no ejercitarse, el impacto de la inactividad física prolongada puede ser más perjudicial para las personas con enfermedades cardiovasculares y otras afecciones de salud crónicas, como diabetes, hipertensión, obesidad y cáncer.

En el caso de los ancianos, también puede agravarse la pérdida generalizada de masa muscular -una condición conocida como sarcopenia- y aumentar el riesgo de caídas, fracturas y otros traumas físicos. “La gente más vulnerable a los efectos del sedentarismo también forma parte del grupo de riesgo COVID-19 y, por lo tanto, deberán protegerse en casa”, dice Peçanha.

“Idealmente, deberían encontrar estrategias para mantenerse activos, ya sea haciendo tareas domésticas, caminando al jardín, subiendo escaleras, jugando con sus hijos o bailando en la sala de estar. La evidencia científica indica que hacer ejercicio en el hogar es seguro y efectivo para controlar la presión, la composición corporal, la calidad de vida y el sueño” agrega el autor.