Una investigación de la Universidad de San Pablo alerta por la inactividad física causada por la cuarentena

Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), Brasil, publicaron un estudio en el American Journal of Physiology en el que se advierte por los efectos que puede generar la inactividad física. “El sedentarismo puede contribuir al deterioro de la salud cardiovascular incluso en períodos cortos de tiempo”, afirma la investigación.

“Una persona necesita entrenar al menos 150 minutos en ritmo que vaya de moderada a intensa por semana para ser considerada activa, de acuerdo con las pautas de la Organización Mundial de la Salud y las sociedades médicas. La actividad física realizada en el hogar parece una alternativa interesante para esto”, dice Tiago Peçanha, primer autor del estudio.

Algunos de los experimentos realizados en el marco de la investigación mostraron, por ejemplo, que mantener a una persona en cama durante 24 horas puede inducir a una atrofia cardíaca y a una reducción significativa en el calibre de los vasos sanguíneos durante una y cuatro semanas.

También en el estudio se realizaron pruebas en los que voluntarios se mantuvieron sentados continuamente durante períodos de tres a seis horas. El tiempo de inactividad fue suficiente para promover los cambios vasculares, el aumento de los marcadores de inflamación y el índice glucémico posterior a la alimentación.

“Estos primeros cambios observados en los estudios son funcionales, es decir, el corazón y los vasos sanguíneos de voluntarios sanos comenzaron a funcionar de manera diferente en respuesta a la inactividad física. Sin embargo, si la situación continúa, la tendencia es que se conviertan en cambios estructurales, más difíciles de revertir”, explica Peçanha.

Según los investigadores, si las personas sanas pueden sufrir las consecuencias por no ejercitarse, el impacto de la inactividad física prolongada puede ser más perjudicial para las personas con enfermedades cardiovasculares y otras afecciones de salud crónicas, como diabetes, hipertensión, obesidad y cáncer.

En el caso de los ancianos, también puede agravarse la pérdida generalizada de masa muscular -una condición conocida como sarcopenia- y aumentar el riesgo de caídas, fracturas y otros traumas físicos. “La gente más vulnerable a los efectos del sedentarismo también forma parte del grupo de riesgo COVID-19 y, por lo tanto, deberán protegerse en casa”, dice Peçanha.

“Idealmente, deberían encontrar estrategias para mantenerse activos, ya sea haciendo tareas domésticas, caminando al jardín, subiendo escaleras, jugando con sus hijos o bailando en la sala de estar. La evidencia científica indica que hacer ejercicio en el hogar es seguro y efectivo para controlar la presión, la composición corporal, la calidad de vida y el sueño” agrega el autor.

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