Almeris Armiliato2024-03-19T11:37:43-03:00Les juro que tuve muchas dudas sobre si la conclusión que voy a presentarles en este artículo está basada en una acertada lectura de los hechos o si, por el contrario, es fruto de los efectos de mi avanzada edad y mi acentuado conservadurismo. Pero aun así decidí avanzar con este texto y lamento la mala suerte de quienes están a punto de leerlo.
Un gimnasio debería ser un espacio que ofrece las mejores condiciones para ayudar a las personas a relacionarse con el ejercicio físico de forma duradera, agradable y eficiente, en búsqueda de sus objetivos biopsicosociales. Intentando llegar a ese ideal desarrollamos equipamientos y métodos de entrenamiento más adaptados al consumidor moderno.
La arquitectura, el diseño y una ambientación acogedora se transformaron en requisitos básicos al montar un gimnasio. Profesionalizamos la gestión, las ventas, el marketing y hasta la forma de cobrar. Creamos bares saludables, añadimos tiendas de ropa, pusimos wi-fi, ventilación “ecológica” y también sumamos apps de entrenamiento y clases virtuales.
Todo hoy en un gimnasio tiene una impronta más comercial, todo sucede más rápido y es más disruptivo, pero también es más INEFICIENTE. Porque tenemos de todo para nuestros clientes, menos RESULTADOS. Recuerden el comienzo de este texto: la experiencia del socio/alumno en el gimnasio debe ser duradera, agradable y eficiente.
Cada vez que aparece un nuevo estudio que demuestra algún avance en el conocimiento sobre el metabolismo corporal durante el ejercicio, nace un nuevo programa de entrenamiento. De este modo, lo que debería complementar la EVOLUCIÓN de la relación de las personas con el ejercicio físico, se transforma en una nueva REVOLUCIÓN.
La hora del HIIT
Hay quienes dicen que siempre fue así, ya lo sé, es verdad. Pero ahora todo sucede más rápido y los clientes están desesperados. El nivel de ansiedad de las personas por intentar combatir los terribles males causados por el fácil acceso a la comida y a las comodidades, alimenta un mercado cobarde e irresponsable de oferta de milagros y fórmulas mágicas.
Anotarse en un gimnasio para aplacar la culpa o intentar desesperadamente revertir en una hora los abusos de las otras 23 horas, se puso de moda y muchas personas, de hecho, creen que con sólo inscribirse alcanza para lograr ese objetivo. Y gran parte de los gimnasios aprovecha ese furor descontrolado para lucrar con la culpa que sienten los consumidores.
Justamente en este punto la arquitectura, la ambientación, el diseño, la iluminación, los equipamientos, los nuevos programas y el marketing son herramientas poderosas que hacen una gran contribución para que las personas se sientan bien dentro de un gimnasio. Pero me pregunto: ¿Para qué queremos que se sientan bien estando en un gimnasio?
Los resultados
Y claro, un gimnasio debe ofrecer las mejores condiciones para que las personas persistan en la búsqueda de resultados. Porque estos solo aparecen con empeño, con regularidad, con una buena interdependencia entre volumen e intensidad de entrenamiento, rompiendo la homeostasis, con el aumento de la resistencia psicológica al esfuerzo, etc.
Pero además de beneficios biológicos, algunas personas buscan otros beneficios como los sociales y los psicológicos. Y estos solo aparecen frecuentando regularmente el gimnasio. Pero si el aspecto social es el más importante para esos clientes, que no quieren esforzase, quizás debamos recomendarles ir a un bar. Aunque ya muchos gimnasios parecen bares.
Todo bien, un gimnasio debe ser acogedor, bonito y agradable, pero sobre todo debe cumplir su papel principal y entregar resultados. Y es más, debe hacerlo de forma saludable. Y digo esto porque muchos gimnasios para entregar resultados someten a sus clientes a esfuerzos inadecuados para sus antecedentes motores y metabólicos.
Un ejemplo reciente de esto es CrossFit, una actividad excelente para quien logra sobrevivir a sus clases. CrossFit es un deporte (y el deporte no es salud), que pretende ser una opción saludable para la población. Pero no lo es y, en mi opinión, junto con los dueños de los boxes, los únicos ganando dinero con CrossFit son los médicos y los fisioterapeutas.
Objetivo “adelgazar”
Yo mismo desarrollé un programa de adelgazamiento de 12 semanas de duración. Me parece una alternativa apropiada para quienes sufren exceso de peso y no logran librarse por su cuenta de ese sentimiento. Con acompañamiento de nutricionistas, con apoyo motivacional y con un profesor orientando al socio, este programa procura que las personas aprendan a realizar los cambios alimentarios necesarios y a convivir con el ejercicio.
El otro día escuché a un experto en ventas diciendo que este tipo de programas debería tener 8 semanas de duración, ya que los clientes piden y quieren resultados en menor tiempo. ¿Es verdad? Entonces hagamos programas de solo un día o, mejor, de 21 días, como está de moda, y aceptemos que nuestros clientes se “auto-mediquen” para obtener resultados en menor tiempo, aunque ello tenga después un efecto rebote terrible.
- “Ah! Pero cuando eso sucede yo le vendo otro programa y gano más dinero”, pueden decir algunos. Y de eso justamente estoy hablando. Los gimnasios se convirtieron en carnicerías. Porque en la búsqueda de atender a personas desesperadas, los profesores dejaron de enseñar y de intentar al menos explicarle al consumidor cómo son las cosas.
Los gimnasios desistieron de la idea de influenciar a sus clientes, de inspirarlos y seducirlos para realizar los cambios necesarios en sus estilos de vida. Los gimnasios dejaron de hacer evaluaciones físicas y, principalmente, dejaron de pedirles CALMA. Y muchas veces, en su desesperación, por ignorancia o mala fe, apuestan a que Zumba es ideal para adelgazar.
Y Zumba es sensacional, es una clase fantástica para atraer y fidelizar clientes. Es divertida, dinámica, aglutinadora de personas, y trae muchos beneficios desde lo social y psicológico, pero por sí sola no adelgaza y hasta puede engordar. Una disciplina así, con una audiencia fiel, debe ser usada como cebo para explicarles a los socios cómo funciona su metabolismo.
Pero no es solo Zumba, hay muchas personas corriendo como locas en las cintas, saltando en trampolines y en steps, o pedaleando en bicicletas con la expectativa de adelgazar. Y antes de los fanáticos de estas disciplinas me manden al carajo, noten que estoy hablando específicamente de adelgazar y no de otros beneficios que esas clases pueden ofrecer.
¿Y por qué hablo tanto de adelgazar? Sencillamente por el 82% de la gente tiene ese objetivo cuando se inscribe en un gimnasio. Y los gimnasios se convirtieron en carnicerías en las que las clases, en lugar de ser hechas por personas, son hechas por cuerpos. En este contexto, yo creo que la “salvación” está en los profesores, en los buenos profesores.
Me refiero a esos profesores que empezamos a perder en la carrera de personal trainer allá por el año 1995. Fue en esa época cuando los buenos profesores, cansados de ganar poco dinero, decidieron dedicarse al entrenamiento personalizado. ¿Y por qué no ganaban bien? Porque ya en aquel entonces en los gimnasios éramos ineficientes en el trato con los alumnos, porque desconocimiento de las variables comportamentales de las personas.
En consecuencia, las finanzas de los gimnasios eran y son aún hoy horribles, no hay dinero suficiente. Tuvimos la oportunidad de comenzar estudios en esas áreas en aquel periodo, pero no lo hicimos. Y las ansías por encontrar respuestas financieras hicieron que los mejores, inconscientemente, eligiesen el camino más “fácil”.
Y así los gimnasios perdimos la colaboración de todos los buenos profesores.
A futuro
Mi lectura es que el mercado se va a dividir en dos tipos de gimnasios. Por un lado, estarán los que apuestan a bajar precios y ganar con volúmenes de ventas enormes, sin importarles si sus clientes obtienen o no resultados. Y por otro, estarán los que ofrecen un servicio calificado para pequeños grupos, por un precio alto, y con foco en los resultados.
La masa va a perder, la población va a perder, la actividad física va a perder.
He presentado estas ideas en mis conferencias generando, obviamente, reacciones diversas: desde un odio absoluto hasta el desprecio. Pero lo que más ha llamado mi atención es la cantidad cada vez mayor de dueños de gimnasios que están de acuerdo con lo que digo, que sufren por eso y que desearían que las cosas fueran diferentes.
Pero no saben cómo, no ven la salida, y algunos hasta se sienten aliviados al encontrar a alguien que piensa como ellos, que comparte el sentimiento de haber dejado escondido en algún remoto cajón el deseo de entregar a sus alumnos los resultados que ellos buscan.
Algunos dicen que, por no encontrar salida, se agarran de ZUMBA o de CrossFitness – que es el nombre poco elegante que varios gimnasios adoptan para copiar al original- para atraer más clientes y venderles a cualquier precio para compensar sus pérdidas. Muchos dicen que no querían hacer esto, pero no encuentran el camino para brindar resultados.
Y cuando yo los provoco y los desafío a adoptar el lema #migimnasioentregaresultados, todos adhieren y, por un instante, se sienten confortados, esperanzados y felices. Pero es cierto también que al volver a la realidad del día a día, toda esta inspiración se pierde y sus gimnasios se transforman en carnicerías. Por eso, BUENOS PROFESORES, llegó su hora.
- ¡Opa! ¿Va a aumentar el valor de la hora de mi clase? Jejeje… Los que pensaron eso no son realmente buenos profesores.
El mundo de los gimnasios necesita de los profesores. Necesita de aquellos que no aceptan que su alumno vaya poco a entrenar, aquellos que creen que su alumno debe saber qué es un carbohidrato de cadena larga, aquellos que saben que hablar de súper-compensación va a ayudar a sus alumnos a entender el porqué de las cosas.
Necesitamos de esos profesores que observan más, que preguntan más, que no aceptan que la educación física sea parte de ese circo de horrores en el que hemos transformado a los gimnasios. Nosotros dimos lugar para que surgieran esas aberraciones, esas masacres de gasto calórico a cualquier precio, esos programas con números mágicos -48, 24, 7- y toda la mierda que hay dando vueltas. Así que somos nosotros los que debemos revertir esto.
¿Se animan? Si no lo hacemos, si no empezamos ahora, corremos todos el riesgo de tener que cambiar nuestro short y el cronómetro por un delantal y una cuchilla bien afilada.