gimnasio cliente satisfecho, éxito asegurado

¡Clientes satisfechos, éxito asegurado!

¿Sabías que la experiencia del cliente tiene un impacto directo en los resultados económicos de un gimnasio? La tendencia actual nos informa que medir las emociones y sensaciones del usuario en relación con nuestro centro deportivo nos proporciona valiosas pistas sobre cómo podemos mejorar y tener éxito. Por eso, es esencial cuidar y potenciar todos los aspectos relacionados con la satisfacción del cliente y analizar objetivamente unos indicadores concretos a través de un software para gimnasios adecuado. Los indicadores de desempeño, también conocidos como KPIs (Key Performance Indicators), son las métricas fundamentales en cualquier negocio para evaluar su estado. Además, los KPIs nos ayudan a verificar la eficacia de nuestras acciones y estrategias. Es crucial que estos indicadores sean específicos, medibles, asignables, realistas y establecidos en un período de tiempo concreto para brindarnos una comprensión clara de la fortaleza de nuestro gimnasio y del grado de satisfacción de nuestros clientes.

Medir para atraer, medir para fidelizar

Cada proceso, producto y servicio del gimnasio debe estar orientado hacia los clientes y sus necesidades para enriquecer su experiencia. Pero estas acciones deben ser medidas para ser efectivas. Por eso, es esencial utilizar indicadores de desempeño que nos indiquen en qué medida los clientes están satisfechos con nuestro centro, nuestros servicios y nuestro personal. Conocer el estado de nuestro gimnasio es fundamental para tomar decisiones acertadas y mejorar los resultados. Los datos que nos proporcionan estos KPI son de gran ayuda para ello. Pero para que estos datos sean confiables, es importante utilizar siempre las mismas medidas de tiempo en los valores que vamos a comparar. En Trainingym, por ejemplo, recomendamos trabajar con tres niveles de KPIs para priorizar y optimizar la información en cada fase y lograr una gestión eficiente del gimnasio. A través del seguimiento de indicadores como el Lifetime Value, Churn Rate, Ticket Medio, entre otros, podemos entender mejor el comportamiento del cliente y anticipar sus necesidades. Esto nos permite ajustar y personalizar los servicios para mejorar su experiencia y fidelizarlos a largo plazo. La digitalización y la utilización de herramientas como Trainingym son clave en esta tarea. Con un enfoque centrado en el cliente, el seguimiento de indicadores de rendimiento clave y el uso de tecnología avanzada, los gimnasios pueden asegurar no solo la fidelización de sus usuarios, sino también un sólido desempeño económico y un posicionamiento destacado en un mercado cada vez más competitivo.

Los gimnasios se convirtieron en carnicerías

Les juro que tuve muchas dudas sobre si la conclusión que voy a presentarles en este artículo está basada en una acertada lectura de los hechos o si, por el contrario, es fruto de los efectos de mi avanzada edad y mi acentuado conservadurismo. Pero aun así decidí avanzar con este texto y lamento la mala suerte de quienes están a punto de leerlo. Un gimnasio debería ser un espacio que ofrece las mejores condiciones para ayudar a las personas a relacionarse con el ejercicio físico de forma duradera, agradable y eficiente, en búsqueda de sus objetivos biopsicosociales. Intentando llegar a ese ideal desarrollamos equipamientos y métodos de entrenamiento más adaptados al consumidor moderno. La arquitectura, el diseño y una ambientación acogedora se transformaron en requisitos básicos al montar un gimnasio. Profesionalizamos la gestión, las ventas, el marketing y hasta la forma de cobrar. Creamos bares saludables, añadimos tiendas de ropa, pusimos wi-fi, ventilación “ecológica” y también sumamos apps de entrenamiento y clases virtuales. Todo hoy en un gimnasio tiene una impronta más comercial, todo sucede más rápido y es más disruptivo, pero también es más INEFICIENTE. Porque tenemos de todo para nuestros clientes, menos RESULTADOS. Recuerden el comienzo de este texto: la experiencia del socio/alumno en el gimnasio debe ser duradera, agradable y eficiente. Cada vez que aparece un nuevo estudio que demuestra algún avance en el conocimiento sobre el metabolismo corporal durante el ejercicio, nace un nuevo programa de entrenamiento. De este modo, lo que debería complementar la EVOLUCIÓN de la relación de las personas con el ejercicio físico, se transforma en una nueva REVOLUCIÓN. La hora del HIIT Hay quienes dicen que siempre fue así, ya lo sé, es verdad. Pero ahora todo sucede más rápido y los clientes están desesperados. El nivel de ansiedad de las personas por intentar combatir los terribles males causados por el fácil acceso a la comida y a las comodidades, alimenta un mercado cobarde e irresponsable de oferta de milagros y fórmulas mágicas. Anotarse en un gimnasio para aplacar la culpa o intentar desesperadamente revertir en una hora los abusos de las otras 23 horas, se puso de moda y muchas personas, de hecho, creen que con sólo inscribirse alcanza para lograr ese objetivo. Y gran parte de los gimnasios aprovecha ese furor descontrolado para lucrar con la culpa que sienten los consumidores. Justamente en este punto la arquitectura, la ambientación, el diseño, la iluminación, los equipamientos, los nuevos programas y el marketing son herramientas poderosas que hacen una gran contribución para que las personas se sientan bien dentro de un gimnasio. Pero me pregunto: ¿Para qué queremos que se sientan bien estando en un gimnasio? Los resultados Y claro, un gimnasio debe ofrecer las mejores condiciones para que las personas persistan en la búsqueda de resultados. Porque estos solo aparecen con empeño, con regularidad, con una buena interdependencia entre volumen e intensidad de entrenamiento, rompiendo la homeostasis, con el aumento de la resistencia psicológica al esfuerzo, etc. Pero además de beneficios biológicos, algunas personas buscan otros beneficios como los sociales y los psicológicos. Y estos solo aparecen frecuentando regularmente el gimnasio. Pero si el aspecto social es el más importante para esos clientes, que no quieren esforzase, quizás debamos recomendarles ir a un bar. Aunque ya muchos gimnasios parecen bares. Todo bien, un gimnasio debe ser acogedor, bonito y agradable, pero sobre todo debe cumplir su papel principal y entregar resultados. Y es más, debe hacerlo de forma saludable. Y digo esto porque muchos gimnasios para entregar resultados someten a sus clientes a esfuerzos inadecuados para sus antecedentes motores y metabólicos. Un ejemplo reciente de esto es CrossFit, una actividad excelente para quien logra sobrevivir a sus clases. CrossFit es un deporte (y el deporte no es salud), que pretende ser una opción saludable para la población. Pero no lo es y, en mi opinión, junto con los dueños de los boxes, los únicos ganando dinero con CrossFit son los médicos y los fisioterapeutas. Objetivo “adelgazar” Yo mismo desarrollé un programa de adelgazamiento de 12 semanas de duración. Me parece una alternativa apropiada para quienes sufren exceso de peso y no logran librarse por su cuenta de ese sentimiento. Con acompañamiento de nutricionistas, con apoyo motivacional y con un profesor orientando al socio, este programa procura que las personas aprendan a realizar los cambios alimentarios necesarios y a convivir con el ejercicio. El otro día escuché a un experto en ventas diciendo que este tipo de programas debería tener 8 semanas de duración, ya que los clientes piden y quieren resultados en menor tiempo. ¿Es verdad? Entonces hagamos programas de solo un día o, mejor, de 21 días, como está de moda, y aceptemos que nuestros clientes se “auto-mediquen” para obtener resultados en menor tiempo, aunque ello tenga después un efecto rebote terrible. - “Ah! Pero cuando eso sucede yo le vendo otro programa y gano más dinero”, pueden decir algunos. Y de eso justamente estoy hablando. Los gimnasios se convirtieron en carnicerías. Porque en la búsqueda de atender a personas desesperadas, los profesores dejaron de enseñar y de intentar al menos explicarle al consumidor cómo son las cosas. Los gimnasios desistieron de la idea de influenciar a sus clientes, de inspirarlos y seducirlos para realizar los cambios necesarios en sus estilos de vida. Los gimnasios dejaron de hacer evaluaciones físicas y, principalmente, dejaron de pedirles CALMA. Y muchas veces, en su desesperación, por ignorancia o mala fe, apuestan a que Zumba es ideal para adelgazar. Y Zumba es sensacional, es una clase fantástica para atraer y fidelizar clientes. Es divertida, dinámica, aglutinadora de personas, y trae muchos beneficios desde lo social y psicológico, pero por sí sola no adelgaza y hasta puede engordar. Una disciplina así, con una audiencia fiel, debe ser usada como cebo para explicarles a los socios cómo funciona su metabolismo. Pero no es solo Zumba, hay muchas personas corriendo como locas en las cintas, saltando en trampolines y en steps, o pedaleando en bicicletas con la expectativa de adelgazar. Y antes de los fanáticos de estas disciplinas me manden al carajo, noten que estoy hablando específicamente de adelgazar y no de otros beneficios que esas clases pueden ofrecer. ¿Y por qué hablo tanto de adelgazar? Sencillamente por el 82% de la gente tiene ese objetivo cuando se inscribe en un gimnasio. Y los gimnasios se convirtieron en carnicerías en las que las clases, en lugar de ser hechas por personas, son hechas por cuerpos. En este contexto, yo creo que la “salvación” está en los profesores, en los buenos profesores. Me refiero a esos profesores que empezamos a perder en la carrera de personal trainer allá por el año 1995. Fue en esa época cuando los buenos profesores, cansados de ganar poco dinero, decidieron dedicarse al entrenamiento personalizado. ¿Y por qué no ganaban bien? Porque ya en aquel entonces en los gimnasios éramos ineficientes en el trato con los alumnos, porque desconocimiento de las variables comportamentales de las personas. En consecuencia, las finanzas de los gimnasios eran y son aún hoy horribles, no hay dinero suficiente. Tuvimos la oportunidad de comenzar estudios en esas áreas en aquel periodo, pero no lo hicimos. Y las ansías por encontrar respuestas financieras hicieron que los mejores, inconscientemente, eligiesen el camino más “fácil”. Y así los gimnasios perdimos la colaboración de todos los buenos profesores. A futuro Mi lectura es que el mercado se va a dividir en dos tipos de gimnasios. Por un lado, estarán los que apuestan a bajar precios y ganar con volúmenes de ventas enormes, sin importarles si sus clientes obtienen o no resultados. Y por otro, estarán los que ofrecen un servicio calificado para pequeños grupos, por un precio alto, y con foco en los resultados. La masa va a perder, la población va a perder, la actividad física va a perder. He presentado estas ideas en mis conferencias generando, obviamente, reacciones diversas: desde un odio absoluto hasta el desprecio. Pero lo que más ha llamado mi atención es la cantidad cada vez mayor de dueños de gimnasios que están de acuerdo con lo que digo, que sufren por eso y que desearían que las cosas fueran diferentes. Pero no saben cómo, no ven la salida, y algunos hasta se sienten aliviados al encontrar a alguien que piensa como ellos, que comparte el sentimiento de haber dejado escondido en algún remoto cajón el deseo de entregar a sus alumnos los resultados que ellos buscan. Algunos dicen que, por no encontrar salida, se agarran de ZUMBA o de CrossFitness – que es el nombre poco elegante que varios gimnasios adoptan para copiar al original- para atraer más clientes y venderles a cualquier precio para compensar sus pérdidas. Muchos dicen que no querían hacer esto, pero no encuentran el camino para brindar resultados. Y cuando yo los provoco y los desafío a adoptar el lema #migimnasioentregaresultados, todos adhieren y, por un instante, se sienten confortados, esperanzados y felices. Pero es cierto también que al volver a la realidad del día a día, toda esta inspiración se pierde y sus gimnasios se transforman en carnicerías. Por eso, BUENOS PROFESORES, llegó su hora. - ¡Opa! ¿Va a aumentar el valor de la hora de mi clase? Jejeje… Los que pensaron eso no son realmente buenos profesores. El mundo de los gimnasios necesita de los profesores. Necesita de aquellos que no aceptan que su alumno vaya poco a entrenar, aquellos que creen que su alumno debe saber qué es un carbohidrato de cadena larga, aquellos que saben que hablar de súper-compensación va a ayudar a sus alumnos a entender el porqué de las cosas. Necesitamos de esos profesores que observan más, que preguntan más, que no aceptan que la educación física sea parte de ese circo de horrores en el que hemos transformado a los gimnasios. Nosotros dimos lugar para que surgieran esas aberraciones, esas masacres de gasto calórico a cualquier precio, esos programas con números mágicos -48, 24, 7-  y toda la mierda que hay dando vueltas. Así que somos nosotros los que debemos revertir esto. ¿Se animan? Si no lo hacemos, si no empezamos ahora, corremos todos el riesgo de tener que cambiar nuestro short y el cronómetro por un delantal y una cuchilla bien afilada.

La búsqueda de la compra inteligente

¿Por qué antes cuando comprábamos barato no se lo decíamos a nadie y hoy lo publicamos en redes sociales para que todos lo sepan? ¿Nos hemos vuelto vulgares, pobres y tacaños o nos hemos vuelto más inteligentes a la hora de comprar? Hace tan solo unos años, los consumidores daban mucha importancia a la confianza y seguridad que les ofrecían los productos de “toda la vida” y de marcas conocidas. Pero hoy, esos mismos consumidores están dejando de comprar esas marcas y eligen productos similares de marca blanca. Este fenómeno sucede en un sinfín de sectores de la economía: alimentación, textil, deportes, etc. ¿Qué ha cambiado en estos pocos años? Por un lado, han cambiado los productos y lo han hecho reduciendo sus diferencias en características y en calidad. Hoy prácticamente ya no existen productos malos. Todos tienen una calidad aceptable y características muy similares. Las empresas que hacían productos malos han ido desapareciendo. Esto ha hecho aumentar la confianza de los consumidores hacia productos de marca blanca, que son más baratos, y ha provocado que las distancias en precios deban reducirse, a no ser que el consumidor perciba una gran diferencia entre unos y otros, como sucede con marcas como Nespresso, Actimel, Appel o Harley-Davidson. Otro aspecto importante que ha cambiado es que hoy el consumidor tiene muchas más opciones de productos y servicios entre los que puede elegir y, además, le resulta muy fácil poder compararlos entre sí. Internet es una gran herramienta para que el cliente compare entre diferentes ofertas sin tener que salir de su casa. Además, esa comparación se fundamenta no solo en lo que las empresas le dicen, sino también en la opinión de muchos consumidores sobre sus experiencias con esas marcas. El poder ha pasado en gran medida de las empresas a los consumidores, y ahora todo lo que las empresas hacen se comunica a través del gran amplificador que supone Internet. Es cierto que los productos y los mercados han evolucionado, pero el cambio más importante se ha producido en la mente de los consumidores. Antes comprar barato se asociaba con ser vulgar o pobre, hoy se asocia con ser inteligente. La empresa Media Markt lleva años bombardeándonos con una publicidad que utiliza el concepto de “Yo no soy tonto”. Esta empresa ha entendido perfectamente cómo funciona el consumidor de hoy, y le habla en su mismo idioma. El consumidor actual está obsesionado por la compra inteligente. Esto no significa que quiere siempre lo más barato. Significa que no está dispuesto a pagar ni 1 euro más por algo que no le aporta más valor. Si considera que dos productos o servicios son muy similares, escoge siempre el más barato, porque si no lo hace, siente que es un tonto. La búsqueda de la compra inteligente no es algo exclusivo de las personas con menos recursos económicos, es una cultura de consumo que se ha extendido a todas las capas sociales y económicas. Un claro ejemplo lo tenemos en una persona de alto poder adquisitivo que decide pasar el fin de semana a Londres. Viaja en una aerolínea de bajo costo tipo Ryanair, se hospeda en un hotel “quality low-cost” y va a cenar a uno de los mejores y más caros restaurantes de la ciudad. No se ha vuelto vulgar, tiene la posibilidad de elegir en qué se gasta su dinero y lo hace de forma inteligente. Paga por aquello en lo que es capaz de apreciar la diferencia, porque le aporta un valor que justifica el sobreprecio que paga. Las consecuencias Esta obsesión del consumidor por la compra inteligente tiene varios efectos sobre la forma de vender y de gerenciar los gimnasios y clubes deportivos. En primer lugar, obliga a aquellos gimnasios que no sean los más baratos de su zona, a demostrar su valor diferencial desde el primer momento. Es decir, tienen que mostrar al potencial cliente por qué va a pagar más y por qué a pesar de eso, está haciendo una compra inteligente. Por lo tanto, su proceso de atención y de venta no puede ser igual que los gimnasios más baratos. Tiene que ser diferente en la información que da al potencial cliente, pero también en la forma en que lo atiende y en cómo gestiona ese proceso de venta. Por otro lado, debe demostrar al cliente que está haciendo una compra en las mejores condiciones posibles o, por lo menos, en muy buenas condiciones. Si al cliente se le vende a un precio sin oferta y éste sabe que periódicamente ese gimnasio saca ofertas, no se dará de alta. Esperará a hacer la compra cuando haya una oferta, ya que si no lo hace, sentirá que es el tonto de Media Markt, y eso no le gusta a ningún consumidor. El cliente va a negociar y va a apretar, porque quiere asegurarse de que está haciendo una compra inteligente. Ese es el principal motivo por el cual muchos gimnasios han subido la matrícula y la utilizan para ofrecer un descuento y darle al cliente la tranquilidad de que está haciendo una buena compra. Es más inteligente comprar por 25€ algo que vale 100€ que comprar por 0€ algo que vale 0€. En el primer caso te estás ahorrando 75€, mientras que en el segundo no te estás ahorrando nada. Pero la búsqueda de la compra inteligente no acaba en el momento de la venta, sino que se alarga durante toda la vida del socio en el gimnasio. El socio va a seguir cuestionándose cada mes si está haciendo una copra inteligente. Por ese motivo la gestión del gimnasio debe ir encaminada a hacer que el cliente sienta que está donde debe estar. Para conseguirlo, es importante crear estrategias en varias direcciones. Una de ellas es aumentar el número de contactos entre el personal del gimnasio y los clientes. Que el cliente sienta que el personal se interesa por él y le vea proactivo e implicado con su trabajo. Una de las cosas que más insatisfacción genera en los clientes es la falta de atención por parte del personal. También es importante reducir el número de clientes que entrenan solos, ya que a esos clientes no les estamos aportando un valor fuera del que aporta la instalación y el equipamiento. Es necesario generar nuevas y diversas actividades en grupos, o bien en grupos reducidos, y mover al cliente hacia esos tipos de actividades como una alternativa al entrenamiento por su cuenta. Otra estrategia es aumentar el número de servicios del gimnasio que utiliza el cliente. En un club multiservicio, los clientes que no usan gran parte de esos servicios, pueden tener la sensación de que están malgastando su dinero, ya que pagan por muchas cosas que no aprovechan. Mover al cliente de un servicio a otro y conducirlo a probar nuevas actividades es fundamental para mantener la sensación de compra inteligente. En ese mismo sentido, es necesario aumentar la frecuencia de uso del gimnasio, especialmente en aquellos clientes que lo usan poco. Hace años era habitual tener un alto porcentaje de socios que pagaban y prácticamente no venían el centro. Hoy quedan pocos de esos clientes, ya que eso supone una de las compras menos inteligentes que hay. Todas estas estrategias se generan a través de lo que llamamos los “contactos de valor”, una forma de relacionarse con el cliente basada en una metodología muy concreta que llevamos años implantando con éxito en gimnasios de toda España y que tiene un efecto muy positivo sobre los indicadores de fidelización de clientes.