El ejercicio reduce un 39% el insomnio y un 15% la ansiedad

El ejercicio reduce un 39% por ciento el insomnio y un 15% la ansiedad previa al sueño, según indica un estudio. La Universidade Federal de São Paulo de Brasil realizó una investigación sobre el impacto de la actividad física en el sueño de las personas que padecen insomnio. A través de la polisomnografía (prueba de múltiples parámetros usada en el estudio del sueño) se midió la calidad de sueño después del ejercicio aeróbico de intensidad moderada. Del estudio participaron 19 personas sedentarias con insomnio primario crónico de una edad media de 45 años. El entrenamiento físico duró seis meses, y fueron aleatorizados a grupos de ejercicio matutino y vespertino. La investigación concluyó que se redujo un 15% de la ansiedad previa al sueño, aumentó un 26% el tiempo total de sueño diario y se redujo un 39% de la latencia de inicio de sueño. En este sentido, un estudio realizado por Emma - The Sleep, empresa alemana especializada en la fabricación de colchones y otros productos, en el que participaron 2.000 hombres y mujeres encuestados de 18 a 64 años de Alemania, el Reino Unido, Francia y los Países Bajos, demostró que el sueño es una prioridad, siendo que contribuye al bienestar. Theresa Schnorbach, experta en investigación del sueño de Emma, menciona: “El ejercicio regular puede ayudar mucho a mejorar la calidad del sueño, especialmente para las personas que sufren dificultades para dormir. Sumado a ello, puede proporcionar a las personas una sensación de control y autoeficacia”. Incluso, desde Emma recomiendan un mínimo de 30 minutos de ejercicio, dos o tres horas antes de dormir. “Dormir consiste en preparar cuerpo y mente para un aumento positivo del rendimiento al día siguiente, sobre todo en el deporte y el ejercicio”, indica Schnorbach.

Durante la cuarentena, los argentinos disminuyeron su frecuencia de entrenamiento

Los argentinos que solían tener una vida más activa antes de la pandemia disminuyeron durante la cuarentena la cantidad de días- y, por lo tanto, de horas por semana- de entrenamiento. Así lo informa un estudio realizado por el Observatorio de Psicología Social Aplicada de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

 El 60% de la muestra solía realizar actividad física o deportiva cuatro días a la semana en promedio, pero pasaron a entrenar tres días durante el confinamiento. A su vez, antes los miembros de ese grupo entrenaban 118 minutos semanales, y ahora solo 71,75. Por otro lado, el 17,3% decidió suspender sus rutinas de ejercitación.

 Entre quienes indicaron que tenían un plan de entrenamiento (89,5%), solo el 62,6% admitió haberlo sostenido a lo largo de la pandemia. Asimismo, solo el 9,8% de los encuestados afirmó que entrenaba con un psicólogo del deporte, cuya demanda también cayó un 4,9% en este período de estudio (del 1º al 16 de julio).

 Respecto a los deportistas, su entrenamiento también decayó: antes de la cuarentena, practicaban su disciplina entre cuatro y cinco días a la semana, con una media de 123 minutos, mientras que, en el confinamiento, lo hicieron entre tres y cuatro días, con casi 80 minutos semanales.

 Respecto de su estado físico, el 58,2% reconoció que empeoró, y un 86,1% manifestó que sus metas y rendimiento se vieron perjudicados. Por otra parte, las emociones que más sintieron en el aislamiento fueron ansiedad, tristeza, ira, y temor. El 94,3%, asimismo, dijo que no pudo acceder a un psicólogo deportivo.

En cuanto a la vuelta al entrenamiento y las competencias, al 71,2% le preocupa contagiarse de COVID-19, y el 76,1% teme lesionarse.

Pueden acceder al informe completo aquí http://mercadofitness.com/pdf/OPSA-Influencia-de-la-cuarentena-en-el-deporte.pdf

Hacer ejercicio regularmente ayuda a vivir más y con mayor autonomía

Practicar ejercicio físico con regularidad, reducir el estrés y consumir de forma moderada alimentos locales son algunos de los aspectos con mayor impacto en el estilo de vida de las personas, según un estudio realizado por Marta Arroyo, profesora e investigadora de la Universidad del País Vasco. Arroyo, quien también coordina la guía “Pasión por la vida” de la Fundación EROSKI, asegura que el ejercicio físico no solo alarga la esperanza de vida, sino que también disminuye el riesgo de padecer fracturas y enfermedades crónicas no transmisibles. Además, permite mantener o aumentar la autonomía y mejorar la calidad de vida de los mayores. “No existe una receta mágica para vivir más y mejor. Pero comer productos frescos de estación y evitar comidas procesadas son claves para lograrlo. Además, la alimentación saludable debe cubrir las necesidades de energía y nutrientes, que varían según la edad, el nivel de actividad física o en situaciones de enfermedad o estrés”, afirma Arroyo. Desde el punto de vista físico, Arroyo señala que el entrenamiento regular fortalece el aparato locomotor, mejora las funciones cardiovasculares, la composición corporal, aumenta la salud y la autonomía funcional. También favorece el mantenimiento de las funciones cognitivas y disminuye la probabilidad de padecer algunas dolencias. En cuanto al aspecto psicológico, la investigadora dice que ejercitar mejora la autoestima, el estado de ánimo, el sentido del humor y la agilidad mental, a la vez que disminuye la ansiedad y el estrés. Esto también repercute positivamente en la vida social de las personas mejorando su capacidad de relación, comunicación e interacción con el entorno. Arroyo enfatiza que la práctica de actividad física regular es buena a cualquier edad: “Quienes realizan ejercicio o deporte en la juventud y en la etapa adulta conservan mejor las capacidades físicas y cognitivas cuando son mayores. Pero nunca es tarde para entrenar con regularidad, incluso cuando se empieza a partir de los 60”. Descansar, seguir un horario razonable de comidas y mantener la mente activa también contribuyen al bienestar físico y emocional de las personas. “En los mayores vemos que, si fijan rutinas como estudiar o ejercitar en días y horarios determinados, tienen menos riesgo de padecer ansiedad y depresión”, añade Arroyo.