Cambios en la actividad fisica, dieta y sueño

Los cambios en la actividad física, la dieta y el sueño durante la cuarentena se asocian con un estado de ánimo negativo, según un estudio

Los cambios en la actividad física, la dieta y el sueño durante la cuarentena están asociados con un estado de ánimo negativo, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad del Oeste de Escocia y la Universidad Glasgow Caledonian, que fue publicado a principios de septiembre en la revista científica Frontiers in Psychology. Para el análisis, se encuestaron 399 ciudadanos escoceses de entre 18 y 72 años. En cuanto al ejercicio físico, los resultados revelaron que aquellos que entrenaron menos tenían una mayor puntuación negativa del estado anímico en comparación con aquellos cuyos niveles de actividad se mantuvieron iguales o se incrementaron. “Aquellos que estaban haciendo mucha menos actividad física tenían un estado anímico negativo significativamente más alto que todos los demás grupos”, dice la profesora Joanne Ingram, autora del estudio. Sólo el 35,9% reportó haber aumentado su nivel de ejercicio físico, mientras que el 47,4% disminuyó la cantidad. “Es posible que esta reducción esté influyendo en la salud mental de los participantes, ya que la actividad física mejora el estado de ánimo, y se asocia positivamente con el bienestar mental. Sin embargo, también es posible que quienes experimentan un estado de ánimo muy negativo hayan reducido el nivel de ejercitación”, explica Ingram. Por otro lado, la investigación reveló que, en cuanto a los hábitos alimenticios, la dieta de quienes cambiaron su situación laboral debido a la pandemia se volvió menos saludable, y esto también se vincula con un estado anímico negativo. Respecto a la calidad del sueño, la mayoría de los encuestados durmió “mucho peor”, lo cual se relaciona con su mal humor.

Hacer ejercicio regularmente ayuda a vivir más y con mayor autonomía

Practicar ejercicio físico con regularidad, reducir el estrés y consumir de forma moderada alimentos locales son algunos de los aspectos con mayor impacto en el estilo de vida de las personas, según un estudio realizado por Marta Arroyo, profesora e investigadora de la Universidad del País Vasco. Arroyo, quien también coordina la guía “Pasión por la vida” de la Fundación EROSKI, asegura que el ejercicio físico no solo alarga la esperanza de vida, sino que también disminuye el riesgo de padecer fracturas y enfermedades crónicas no transmisibles. Además, permite mantener o aumentar la autonomía y mejorar la calidad de vida de los mayores. “No existe una receta mágica para vivir más y mejor. Pero comer productos frescos de estación y evitar comidas procesadas son claves para lograrlo. Además, la alimentación saludable debe cubrir las necesidades de energía y nutrientes, que varían según la edad, el nivel de actividad física o en situaciones de enfermedad o estrés”, afirma Arroyo. Desde el punto de vista físico, Arroyo señala que el entrenamiento regular fortalece el aparato locomotor, mejora las funciones cardiovasculares, la composición corporal, aumenta la salud y la autonomía funcional. También favorece el mantenimiento de las funciones cognitivas y disminuye la probabilidad de padecer algunas dolencias. En cuanto al aspecto psicológico, la investigadora dice que ejercitar mejora la autoestima, el estado de ánimo, el sentido del humor y la agilidad mental, a la vez que disminuye la ansiedad y el estrés. Esto también repercute positivamente en la vida social de las personas mejorando su capacidad de relación, comunicación e interacción con el entorno. Arroyo enfatiza que la práctica de actividad física regular es buena a cualquier edad: “Quienes realizan ejercicio o deporte en la juventud y en la etapa adulta conservan mejor las capacidades físicas y cognitivas cuando son mayores. Pero nunca es tarde para entrenar con regularidad, incluso cuando se empieza a partir de los 60”. Descansar, seguir un horario razonable de comidas y mantener la mente activa también contribuyen al bienestar físico y emocional de las personas. “En los mayores vemos que, si fijan rutinas como estudiar o ejercitar en días y horarios determinados, tienen menos riesgo de padecer ansiedad y depresión”, añade Arroyo.