La reapertura de gimnasios en CABA no repercutió en la tendencia descendente de la cantidad de casos de COVID-19

Los números en el mapa de COVID-19 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires hablan por sí solos: la reapertura de gimnasios a fines de octubre pasado no repercutió en la tendencia descendente del número casos. Lo que se observa es una curva en declive de contagios por día en forma sostenida. El 28 de octubre, día de la reapertura, se contabilizaron 641 nuevos infectados, mientras que este miércoles se registraron 306. En el mes de septiembre, propietarios y entrenadores de gimnasios nucleados en la Unión de Gimnasios Argentinos (UGA) se manifestaron frente a la Quinta de Olivos y la Jefatura porteña, tras seis meses de inactividad. La marcha funcionó como motor para comenzar con una serie de negociaciones en las que también participó la Cámara de Gimnasios de Argentina (CGA) y funcionarios de distintas áreas del gobierno porteño. “Tuvimos una reunión con Fernán Quiros (Ministro de Salud de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y acordamos que aquellos gimnasios que tuvieran ventilación cruzada o natural podían abrir. Así se fue destrabando todo. Ahora trabajamos conjuntamente con el gobierno de la Ciudad en el seguimiento y cumplimiento del protocolo”, explica Pablo Speroni, propietario del gimnasio porteño Planet Fitness. A poco más de un mes de la reapertura de los centros de fitness, la clave del éxito, que se ve reflejada en las estadísticas, estuvo en cumplir a “raja tabla” los protocolos impuestos: “Distanciamiento, separación de las máquinas, alcohol en gel y tomar la temperatura a cada persona que ingresa. Esto último permite identificar rápidamente un posible caso positivo. Logramos confirmar que somos lugares seguros”, añade Speroni. “Pusimos las sedes en perfecto estado: desinfectamos, pintamos, les agregamos luces, separamos el equipamiento, marcamos los pisos, colocamos sanitizantes, alcohol 70/30 y alcohol en gel por todos lados. Señalizamos el recorrido de los clientes, se capacitó a cada colaborador en todas las áreas. Instalamos una app para reserva de turnos y para que puedan ver sus planes de entrenamiento”, explica Guillermo Napp, titular de Napp Fitness Club. “Se comenzó muy despacio y con muchas preguntas de la gente hasta que tomaron confianza. Ahora tenemos una capacidad límite del 30 % y no queremos sobrepasarnos para poder cumplir con todo. Damos clases indoor porque solo dentro de nuestras instalaciones podemos cumplir con los protocolos como el seguro médico. Las condiciones para dar la actividad física están dentro de un gimnasio y no en la plaza”, añade Speroni.

“El ánimo en general fue muy bueno tanto de los dueños como del personal y los clientes que volvieron al gimnasio. La mayor dificultad que escuchamos pasó por organizar sus horarios para poder volver y, por otro lado, mucha gente perdió el registro del beneficio psíquico y físico que le daba venir al gimnasio”, aseguró Napp.

A medida que transcurren las semanas, los emprendedores porteños esperan poder aumentar su capacidad de atención al 50 %. La situación financiera es crítica y ansían recuperar un poco más el ritmo de su actividad. “En lo económico estamos mal. Abrimos los gimnasios para perder menos, no para ganar”, concluye Speroni.