¡Morir joven! Pero cuanto más tarde, mejor


En la fase final de nuestro ciclo vital es muy importante mantener el equilibrio psicofísico y llegar a la senectud con independencia física y psíquica. Es necesaria una mayor reflexión sobre la importancia de realizar programas multidisciplinares con más rigurosidad, ofertando servicios personalizados en gimnasios y centros deportivos. 

Si nos fijamos en la pirámide de población de los países desarrollados, en el año 1900 había muchas personas jóvenes y muy pocas llegaban a los 80 años. Sin embargo, en la actualidad hay un cambio muy significativo en la pirámide: cada vez hay más personas longevas. De hecho, en algunos países la esperanza de vida supera los 85 años.

Ese envejecimiento de la población conllevará un gravísimo problema económico en la sociedad si nuestros mayores no llegan con buena salud, fundamentalmente a causa de la fragilidad y la dependencia, con el gran gasto sanitario que ello lleva consigo.

La sociedad envejece a pasos agigantados, pero ser mayor no significa ser un enfermo. El envejecimiento es un proceso fisiológico natural y cada uno envejece de forma diferente. Muchos llegan de manera prematura y brusca por sus malos hábitos, y eso los conduce a enfermedades crónicas, consumo de medicamentos, invalidez e incapacidad.

Pitágoras decía que “una bella vejez debería ser el resultado de una bella vida”, pero no todos los mayores llegan a la vejez de una forma digna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece las pautas para tener una vejez exitosa, que se basan en:

  1. Tener un buen funcionamiento físico a través de la práctica de actividad física y una buena alimentación.
  2. Tener un buen funcionamiento mental y emocional (favorecer la participación en actividades culturales, clubes de lectura, pintura, música…).
  3. Ser independiente y autónomo. Hacer todo lo posible para prevenir la discapacidad y la dependencia. Que se sientan útiles.
  4. Promover y mantener la participación social.

Uno de los principales problemas en la vejez es la sarcopenia. Muchos adultos mayores son sedentarios y el simple hecho de no poder subir un escalón o levantarse de un sofá se debe fundamentalmente a la falta de fuerza, por lo que la tonificación muscular es la mejor medicina para las actividades de la vida diaria.

Del mismo modo, el consumo máximo de oxígeno es el mejor parámetro para predecir la posible mortalidad precoz. Por tanto, el desarrollo aeróbico y muscular son las mejores herramientas para hacer frente a la involución y para prevenir la fragilidad.

Todo ello nos llevaría a darle años a la vida, pero sobre todo vida a los años. O sea que el objetivo de la vida debería ser, aunque parezca un poco ilógico, “morir joven… pero cuanto más tarde mejor”, es decir, prolongar los años de vida libres de enfermedad. Porque no es “justo” acabar nuestros días de una forma vegetativa sufriendo en demasía.

Un jubilado laboral no debe ser un jubilado social. Una persona mayor, con su sabiduría y experiencia, tiene que trasladar ese conocimiento a la sociedad. No se pueden quedar encerrados en casa, tenemos que favorecer proyectos intergeneracionales para que los mayores puedan aportar sus conocimientos a los más jóvenes.  Para eso, los proyectos de envejecimiento activo son imprescindibles en todos los contextos sociales.

La persona mayor debe tomar una píldora diaria que se llama Actividad Física, dirigida por profesionales cualificados. Éste es el mejor polifármaco para nuestros mayores. Los profesionales de todos los ámbitos (médicos, nutricionistas, educadores, fisioterapeutas, psicólogos…) deben trabajar coordinados, de forma multidisciplinar, desde la humildad y el respeto. Así llegaremos con plenitud a los últimos años de nuestra vida.

Las dolencias más frecuentes en los mayores son patologías hipocinéticas propias de la sociedad de consumo: obesidad, diabetes, hipertensión, osteoporosis, depresión, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, etc. La Actividad Física ayuda a prevenirlas y a evitar la incapacidad que éstas traen. El objetivo es conseguir independencia y autonomía hasta el final de nuestros días.

Para ello es muy importante que se desarrolle la condición física: resistencia aeróbica, fuerza, movilidad, velocidad de reacción, propiocepción, capacidades coordinativas y cognitivas, relajación, etc. Las recomendaciones internacionales dicen que las personas mayores deberían hacer al menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica y dos veces a la semana dedicarse a fortalecer los principales grupos musculares.

En estos momentos estamos involucrados en la Universidad de Almería (España) con el programa “Activa-Mente”, a través de dos proyectos muy bonitos: uno desde el baile “bachata” y el otro desde la actividad física multi-componente para el trabajo cognitivo y emocional. Pretendemos mejorar, mediante estimulación cognitiva en movimiento, el funcionamiento y la reserva cognitiva, las funciones ejecutivas, disminuir las placas amiloideas relacionadas con el Alzheimer, favorecer la neurogénesis, neuroplasticidad, angiogénesis, así como incrementar los neurotransmisores y los factores neurotróficos (BDNF). Todo esto hará que mejore la memoria de una forma lúdica y placentera.

Basándonos en las inteligencias múltiples de Gardner, programamos tareas motrices para la inteligencia verbal, numérica y perceptiva, la resolución de problemas, la toma de decisiones, el pensamiento inventivo o la inteligencia emocional desde la actividad física. En este sentido, conociendo las principales características emocionales de nuestros mayores, intentamos desarrollar los programas de ejercicio para incidir en las emociones positivas que incrementen la paciencia, el optimismo, el atrevimiento, la autoestima y, evitar el miedo a la soledad o al abandono.

Para que la actividad física sea efectiva en nuestros mayores, también tiene que ser afectiva, utilitaria y funcional, teniendo presente esta premisa: “No trates la enfermedad, sino la vida”. Pero, para ello, es imprescindible la formación específica de los técnicos deportivos en el ámbito del fitness, convirtiéndose en una de las principales salidas profesionales en nuestro ámbito de ciencias del deporte.

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