El rol de consumidor en la fijación de precio
Pregúntale a tu cliente cuánto quiere pagar por tus servicios. Porque es tu gimnasio el que debe adaptar sus procesos y sus costos al precio que marca el consumidor.
Henry Ford dijo una vez: “Puede comprar su Ford del color que quiera, siempre que el que quiera sea el negro”. El señor Ford fue un gran empresario y es, sin duda alguna, la mejor imagen de cómo se concebían las empresas en el siglo pasado. Pero está claro que la suya no era, al menos en aquel entonces, una empresa muy orientada al cliente.
Pero hoy las cosas han cambiado. Ya estamos en el siglo XXI, el consumidor y el mercado no son los que eran y, por lo tanto, las empresas deberían también cambiar. Antes, las teorías clásicas de fijación de precios consistían básicamente en un cálculo de costos de producción, al que se le añadía el beneficio industrial que se consideraba adecuado.
Otra forma de fijación de precios, aún muy común en nuestro sector, es determinar el precio en función de la competencia. La empresa calcula sus costos fijos y amortizaciones, y conociendo su cuota media obtiene como resultado cuál es el mínimo de clientes que necesita. Si le parece que puede conseguir esos clientes, sigue adelante con el proyecto.
Pues esto que parece bastante lógico, hoy en día no tiene ningún sentido, al igual que tampoco lo tienen ya las ideas de Ford. Simplemente porque no se está haciendo intervenir al cliente en el proceso. Nadie le pregunta qué le parece todo esto. Hoy, en mercados globalizados, con un consumidor más informado, se necesita un cambio de mentalidad.
Ahora el cliente debe ser la base sobre la que se construya el resto de nuestra empresa. Es obsoleto como modelo de negocio desarrollar un producto para después buscar un mercado y tratar de convencer al consumidor que lo compre. En la actualidad, el ciclo de creación de una empresa, en cualquier industria, debe ser diferente.