Cosas de ricos
De los 10 países con mayor PBI de Europa en 2019, solo tres -Holanda, Islandia y Dinamarca- mantuvieron abiertos sus gimnasios durante el último mes frente al embate de la segunda ola de Covid-19. Según Europe Active, hasta Suecia, Suiza y Noruega –que están entre los más ricos- cerraron sus gimnasios en algunas regiones de sus territorios.
Por el contrario, la mayoría de los países europeos que han mantenido abiertos los gimnasios –aunque con restricciones- están dentro del grupo de los que el Fondo Monetario Internacional considera más pobres, que son principalmente los de la región de los Balcanes –Croacia, Macedonia, Albania, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Serbia y Eslovenia-.
A la luz de los hechos pareciera, al menos por ahora, que las desastrosas consecuencias económicas ocasionadas por los nuevos cierres de empresas tienen esta vez para los Gobiernos, a diferencia de lo ocurrido en el primer lockdown, un peso relativo mayor frente a las consecuencias sanitarias del avance de la segunda, la tercera y hasta la cuarta ola de la pandemia, de la que ya se habla en Asia.
En otras palabras, cerrar la economía una vez más con tanta virulencia parece un lujo que solo están en condiciones de darse algunos países ricos, que cuentan con recursos para respaldar a sus empresas mientras están cerradas. Por el contrario, los países con menores recursos optan por aumentar las restricciones, pero manteniendo sus economías abiertas.
En Alemania, por ejemplo, las restricciones para contener la segunda ola comenzaron el 2 de noviembre, fecha en que los gimnasios fueron obligados a cerrar. La canciller Angela Merkel había anunciado que ese cierre duraría solo cuatro semanas, pero a fines del mes pasado se supo que las restricciones se extenderán hasta el 20 de diciembre.
En paralelo al anuncio del lockdown, el Gobierno alemán comunicó compensaciones para las empresas por las pérdidas que registren mientras se mantengan cerradas. Incluso, trascendió que las empresas de algunos sectores podrían reclamar una compensación de hasta el 75% de los ingresos que generaron el mismo mes del año pasado.
De hecho, según datos del Instituto Alemán de Economía (IW), el Estado pagó este año 10.000 millones de euros más de lo necesario para compensar las pérdidas sufridas por las empresas en la pandemia. Esto quiere decir que las ayudas económicas «resultaron superiores a la ganancia que las empresas habrían podido generar en el período».
En Francia, donde los gimnasios están cerrados desde el 30 de octubre y esperan poder reabrir el 20 de enero, el presidente Emmanuel Macron anunció ayudas por 400 millones de euros para clubes, federaciones y gimnasios, afectados por la crisis sanitaria. Esas ayudas son de hasta un 20% de la facturación anual del gimnasio, con un límite de 100 mil euros.
En España, Cataluña –una de las comunidades autónomas con mayor PBI del país- mantuvo cerradas las instalaciones deportivas entre fines de octubre y el 23 de noviembre, fecha en que se inició el plan de apertura progresiva de actividades. En ese contexto, los gimnasios pudieron reabrir con un aforo del 30%, sin vestuarios y con cita previa.
Igual que en los casos anteriores, en paralelo al cierre, el Gobierno anunció una ayuda de 25 millones de euros para que el sector del fitness pudiera hacer frente a la suspensión de su apertura al público. En este caso, se trató de un aporte único por solicitante, cuyo monto depende de la superficie de la instalación, de si es cubierta o no y de si tiene piscina o no.
Es evidente que apagar la economía para contener la propagación del virus, como se hizo a lo largo de este año en casi todo el mundo, es una decisión que muy pocos países de América Latina estarán en condiciones de repetir. Así que, si en los próximos meses no imitamos las decisiones de Estados Unidos y Europa frente a la pandemia es por pobres.
Porque no hubo antes ni habrá ahora recursos suficientes para brindarles a las empresas el apoyo necesario para que éstas sobrevivan estando cerradas por más tiempo. Vivimos en países pobres, con economías débiles que necesitan que sus empresas subsistan, produzcan, crezcan y generen empleos. Así que no podemos andar haciendo cosas de ricos.