La ciudad de Brasilia, capital de Brasil, entró el domingo pasado en un segundo confinamiento absoluto que se extenderá por lo menos hasta el 15 de marzo. Por este motivo, solamente pueden permanecer abiertos los comercios y actividades consideradas esenciales. Como los gimnasios y clubes deportivos no son parte de ese selecto grupo, deben estar cerrados.

Según informó la prensa local, el colapso del sistema sanitario —con el 99 por ciento de las camas de UCI ocupadas— y la alta incidencia que se registró en los últimos días fueron las razones que precipitaron estas medidas restrictivas que tienen como fin tratar de frenar el aumento en el número de contagios de Covid-19.

“No estoy contento con la decisión”, dijo el gobernador del Distrito Federal, Ibaneis Rocha, aunque defendió las restricciones ya que, en su opinión, son necesarias “ante la gravedad de la situación”.

Además de los gimnasios, también fueron obligados a cerrar sus puertas otros espacios como centros comerciales, bares, restaurantes, lugares de recreación e incluso las escuelas privadas que había reabierto en septiembre del año pasado. Al respecto, el consultor brasileño Ricardo Cruz dice: “Es muy complicado cerrar todo, como si todo fuera lo mismo”.

«Sabemos que la segunda ola se siente fuerte –prosigue-, pero hay muy pocos registros de contagios de Covid-19 en gimnasios. Sería más eficiente fiscalizar el correcto cumplimiento de los protocolos que decidir un cierre total como éste”. Hasta ahora los gimnasios de Brasilia estaban abiertos pero con aforo reducido y estrictos protocolos de prevención.

«Muchos gimnasios pueden cerrar definitivamente a causa de este nuevo lockdown«, dice Cruz, quien se manifiesta seguro de que “la situación para el sector se va a complicar mucho más”. En este sentido agrega: «El lockdown en el estado de Manaus iba a ser por 15 días, pero luego se extendió a 30 y eso mismo puede ocurrir en Brasilia».