Hacia la calidad emocional del servicio

Es esencial aprender el arte de gestionar las emociones que atraviesan sus clientes antes, durante y después de la compra de los servicios que ofrece su empresa. La American Marketing Association define el marketing experiencial como el proceso de creación, comunicación y entrega de valor a los clientes. Otros lo definen como la ciencia y el arte de gestionar las emociones de los clientes asociadas a las interacciones con las compañías, es decir los contactos con el cliente antes, durante y después de la compra. Ya en el año 1973 Philip Kotler anunciaba que la atmósfera y el ambiente de una tienda es una herramienta de marketing, pudiendo crear ciertas emociones en el cliente aumentando la probabilidad de que compre. Es cierto que el diseño forma parte del confort que el cliente experimenta en una instalación deportiva. Eso tiene un gran valor, especialmente en el momento inicial de la compra, ya que al ser el fitness un servicio de repetición, cuando el cliente lleva acudiendo al gimnasio varios días, se reduce su capacidad sensorial y deja de percibir ciertos elementos de diseño o materiales. Al cabo de unos días, ya no los ve y, por lo tanto, dejan de tener valor. Por ese motivo, llamamos sensaciones a lo que definía Kotler. Pero las sensaciones no son experiencias. Una experiencia es algo más duradero, que se repite en el tiempo y que perdura en la memoria. El motivo por el que las experiencias se recuerdan más es porque se basan en las emociones, algo que no consiguen las sensaciones. En eso se basa el marketing experiencial, en ser capaces de generar emociones que perduren y que tanto en el momento de consumir el servicio como posteriormente generen una experiencia o recuerdo positivo que se quiera compartir y, al final, cree una reputación u opinión favorable hacia la empresa. Hoy poner el foco en la experiencia del cliente significa ser capaces de generar emociones suficientemente fuertes como para generar impacto y que éstas perduren. Tal y como apunta la empresa Club Intel, la clave está en la calidad emocional del servicio. Según sus estudios, la mayoría de gimnasios ofrece buena calidad de instalaciones, de productos y de servicios, pero esos tipos de calidades se han convertido en “commodities”. La vía por la que una instalación puede diferenciarse es a través de la calidad emocional. En esta nueva carrera por la calidad emocional o por la experiencia del cliente, hay operadores, a priori, mejor situados que otros. Aquellos que basan su estrategia en la gestión de costos y en precios bajos van a tener más dificultad para lograr ofrecer experiencias emocionales a sus clientes. El motivo es que una empresa muy enfocada en los costos va a tener que alterar su estrategia si quiere mejorar la calidad emocional de su propuesta, ya que para potenciarla es necesario incrementar dichos costos. Para enfocar la empresa hacia la experiencia del cliente hay que actuar en tres niveles. A nivel de procesos, a nivel de personas y a nivel de tecnología. Trabajar en estas áreas permite mejorar la experiencia sin que los costos se disparen en exceso. Estrategias a seguir Algunas de las estrategias a seguir para mejorar la experiencia del cliente son: - Equipo de creación de experiencias: igual que hace años el sector vio que era necesario incrementar los recursos en el área comercial porque la captación de nuevos socios era cada vez más complicada, ahora es necesario poner recursos en el área de las experiencias. Por eso, la creación de un equipo que revise la entrega de valor y momentos de contacto con el cliente puede ayudar a mejorar la calidad emocional del servicio. - Potenciar las relaciones personales: cuando hablamos de emociones, hablamos principalmente de relaciones entre personas. De los clientes entre sí y del personal con los clientes. Potenciar estas relaciones es uno de los retos si se quiere apostar por una buena experiencia de cliente. - Diseñar el customer jouney o mapa de interacciones: debe construirse desde la perspectiva del cliente, no desde la de la empresa. Este mapa recoge todas las interacciones que se dan entre cliente y empresa y define para cada una de ellas las expectativas del cliente y las emociones que queremos transmitir. - El blueprint o mapa de procesos: en paralelo al mapa de interacciones se diseña el mapa de procesos, que define en cada punto de contacto, las acciones concretas que se hacen desde la empresa para superar las expectativas del cliente y generar las emociones que se han definido. - Definir los momentos de la verdad: dentro de todas las interacciones que se dan entre cliente y empresa, hay algunas que son de especial importancia. Son aquellas en las que la empresa se la juega, es decir, que si se falla ahí, es muy probable que el cliente nos abandone. Los momentos de la verdad deben estar definidos y ser conocidos y cuidados por parte de todos. Estamos recién al inicio de la era de la experiencia del cliente, que se va a ver potenciada por el consumidor millennial y por el crecimiento del modelo boutique. Éste es el momento de poner más recursos en esta área y empezar a trabajar las estrategias que comentamos.

Posicionarse o morir

Ante escenarios competitivos y recesivos, los empresarios de gimnasios deben tener clara su lugar en el mercado, y las consecuencias que éste acarrea, o bien contar con la capacidad para crear un nuevo modelo que rompa con las reglas del juego. Si algo caracteriza al sector del fitness es su tremendo dinamismo en los últimos años, motivado por una serie de fenómenos auténticamente disruptivos, como han sido: - La permanente revolución tecnológica que vivimos. - Los profundos cambios de comportamiento de empresas y consumidores a partir de la crisis económica que comenzó en 2008. - La inestabilidad política. - La permanente entrada de nuevos competidores por expectativas de rentabilidad o por motivos puramente vocacionales. - La creación incesante de nuevos modelos de negocio, no sólo en cuanto a oferta de instalaciones, sino incluso en tipos de servicios, herramientas informáticas de todo tipo, equipamientos, etc. Este dinamismo sectorial ha descolocado a muchos competidores. Por los motivos referidos y, en especial, por el ajuste económico, muchas cuentas de explotación se han visto seriamente comprometidas en los últimos años. Como consecuencia de esto, los gerentes han tenido la necesidad de tomar decisiones de supervivencia que podrían tener un calado más profundo de lo que aparentan. En este sentido, decisiones sobre ajustes en costos, inversiones o precios, pueden modificar sustancialmente la percepción por parte de los clientes activos o potenciales respecto de la calidad del servicio y de la orientación del negocio. Por tanto, determinadas políticas orientadas a la supervivencia inmediata pueden entrañar importantes peligros de orden estratégico de cara a la sobrevivencia en el medio plazo. Algunos de estos peligros para las organizaciones deportivas incluyen:
  • La estandarización de la oferta por parte de las instalaciones, hasta convertirse en commodities (productos indiferenciados) que sólo pueden competir en precio.
  • Posicionarse en un grupo estratégico erróneo, en base a las características del centro y posibilidades de competir.
  • El posicionamiento estratégico en un lugar donde no se cuenta con los recursos para dominar la posición.
  • El intento de abarcar un target de clientes demasiado amplio como para contentarlos a todos o demasiado estrecho como para lograr un punto de equilibrio en número de clientes.
  • La indefinición estratégica que impide que el target perciba las fortalezas reales del negocio y se identifique con su oferta.
De cara a evitar estos peligros, planteamos dos recomendaciones: Selección del grupo y subgrupo estratégico Dentro del sector, se han conformado una serie de grupos estratégicos, definidos por el tipo de clientela a la que están dirigidos y por las armas que utilizan para satisfacerla:
  • Los centros low cost utilizan como argumento clave el bajo precio. Dentro de este segmento, se están gestando dos subgrupos: el low cost premium, que trata de aportar algún valor añadido adicional al bajo precio, y el ultra low cost, que presenta precios extremadamente bajos. De mayor crecimiento en los últimos años, empiezan a mostrar síntomas de estancamiento.
  • Los centros mid-place, con un tamaño medio y una oferta, en muchos casos, tradicional y hasta desfasada. Son los que más están sufriendo el devenir del sector.
  • Los centros premium, orientados al público dispuesto a pagar más por un servicio mejor. También cuentan con subgrupos, como los orientados a clase media, los muy exclusivos o los socio-deportivos. Este es el grupo más heterogéneo en cuanto a resultados, porque conviven clubes al borde de la extinción con otros que han sabido adaptarse y aguantar el chaparrón con excelentes resultados y proyección.
  • Los estudios especializados o boutiques, que incluyen un sinfín de nuevos modelos de negocio (CrossFit, Pilates, ciclismo indoor, personal training, funcional, small groups, etc.). Este es el grupo con mayor crecimiento en la actualidad.
Obviamente, cada empresa del sector debe tener clara su ubicación dentro de uno de estos grupos y las consecuencias que ello acarrea o contar con la capacidad para crear un nuevo modelo que rompa con las reglas del juego. Definición coherente de la estrategia de posicionamiento Ya en los años 80, Michael Porter dejó claro que sólo existen tres tipos de estrategias genéricas: el liderazgo en costos que permite los precios más bajos del sector, la diferenciación competitiva o la especialización en nichos de mercado muy específicos. Lógicamente, en un sector local, alguno de los competidores –merced a sus economías de escala o alguna otra ventaja competitiva en costos– optará por el liderazgo basado en precios bajos. Pero una sola marca podrá distinguirse. Los demás operadores deben tener medianamente claro que su supervivencia pasará por tener la capacidad de diferenciarse a partir de valores añadidos que resulten atractivos para el mercado. Por tanto, aún cuando los precios deben estar ubicados en una franja a la que los potenciales clientes tengan acceso, el valor de la cuota sólo debe ser el principal argumento de venta para la marca líder en precios. El resto de los competidores deberán centrarse en la percepción de valor de sus propuestas. En relación con esto último, existe un nexo entre un precio elevado y una percepción de valor elevada y viceversa. Por tanto, cabe reflexionar sobre la coherencia de todos los factores que afectan al posicionamiento del negocio como: calidad de las instalaciones y equipamientos, de los servicios prestados y de las comunicaciones realizadas al mercado, así como qué mensaje estamos transmitiendo a nuestros potenciales clientes con nuestra fijación de precios.