Quienes hacen ejercicio con otras personas tendrían un menor riesgo de padecer deterioro cognitivo que aquellos que lo hacen solos o que no lo hacen, según un estudio de adultos mayores en Japón. La investigación encontró que las personas mayores de 65 años que hacen ejercicio en compañía son más activas físicamente, tienen menor riesgo de discapacidad funcional y sufren menos caídas.
“Nos centramos en el efecto que tiene el ejercicio en la promoción de la comunicación social”, dice el autor del estudio, Kenji Tsunoda, profesor asociado de bienestar social en la Universidad de la Prefectura de Yamaguchi. En el transcurso de cuatro años, Tsunoda y sus colegas siguieron a los participantes, que vivían de forma independiente en Kasama, una ciudad a unos 96,56 kilómetros al norte del centro de Tokio.
En una encuesta de 2017 se preguntó sobre sus hábitos de acondicionamiento físico, incluida la frecuencia con la que hacen ejercicio solos o con otras personas -como su cónyuge, hijos, nietos, amigos o un entrenador-. Según las respuestas, los participantes se dividieron en tres grupos: no deportistas, deportistas individuales (ejercicio solo al menos una vez a la semana) y deportistas sociales (ejercicio con otros al menos una vez a la semana).
Asimismo, los investigadores obtuvieron datos de deterioro cognitivo de una base de datos del gobierno. Cabe mencionar que, en Japón, la condición se mide mediante un método estandarizado a nivel nacional conocido como Criterios de Evaluación de la Independencia de las Actividades de la Vida Diaria.
Una mayor proporción de adultos mayores reportaron hacer ejercicio solos (31%) que con otras personas (24.8%). Casi la mitad respondió que no hace nada de ejercicio (44,2%). A lo largo de los cuatro años, el 7,7% de los participantes desarrollaron deterioro cognitivo y, en el momento de la encuesta inicial, la edad media de los participantes era de 76,9 años, y el 51,8 % eran mujeres.
Sin embargo, los adultos mayores que hacían ejercicio solos tenían menos probabilidades de desarrollar un deterioro cognitivo, en alrededor de un 22%, en comparación con los que no hacían nada de ejercicio. Pero el vínculo preventivo se vio reforzado por la adición de un elemento social, que mostró una reducción del riesgo del 34% en comparación con no hacer ejercicio.
Tsunoda y sus colegas crearon una herramienta predictiva basada en sus hallazgos, llamada “fracción atribuible a la población”, para evaluar el impacto del ejercicio social en toda la población del estudio. Si todos los participantes hicieran ejercicio con otros dos veces por semana o más, la incidencia de deterioro cognitivo disminuiría en un 29,2%, mientras que el beneficio sería de solo un 15,1% para el ejercicio solo.
El deterioro cognitivo, que puede variar de leve a grave, conduce a problemas para recordar, aprender cosas nuevas, concentrarse o tomar decisiones. En el estudio, esta afección se definió como “tener síntomas que interfieren con la vida diaria hasta el punto en que se necesita supervisión o atención”. Los resultados fueron publicados en Archives of Gerontology and Geriatrics.