La actividad física puede mejorar la salud mental y cognitiva, según un nuevo estudio de Dartmouth College, Hannover, de New Hampshire en Estados Unidos en colaboración con Fitbit, la empresa de tecnología de fitness. La investigación, publicada en Nature, también destaca que no todas las formas e intensidades de ejercicio afectan el cerebro por igual.
Jeremy Manning, autor principal del estudio, menciona: “La salud mental y la memoria son fundamentales para casi todo lo que hacemos en nuestra vida cotidiana”. A su vez, comenta que el estudio “está tratando de construir una base para comprender cómo las diferentes intensidades de ejercicio físico afectan los diferentes aspectos de la salud mental y cognitiva”.
El estudio contó con la participación de 113 usuarios de Fitbit que realizaron una serie de pruebas de memoria, respondieron algunas preguntas sobre su salud mental y brindaron sus datos de estado físico del año anterior.
Durante un año calendario completo, la investigación registró datos de conteos de pasos diarios, frecuencia cardíaca promedio y cuánto tiempo pasó haciendo ejercicio en diferentes «zonas de frecuencia cardíaca» definidas por FitBit.
Hallaron que las personas que hacían ejercicio de baja intensidad se desempeñaban mejor en algunas tareas de memoria, mientras que las que hacían ejercicio de alta intensidad lo hacían mejor en otras tareas de memoria.
Los participantes que eran más activos físicamente tenían niveles de estrés más altos, mientras que las personas que hacían ejercicio regularmente a intensidades más bajas registraron tasas menores de ansiedad y depresión.
Se diseñaron cuatro tipos de tareas de memoria para probar a los participantes en diferentes escalas de tiempo. Unos tenían el objetivo de probar la memoria «episódica», la que se utiliza para recordar eventos autobiográficos, como lo que pasó ayer.
También, se evaluó la memoria «espacial», el que se usa para recordar ubicaciones; y el último conjunto de tareas evaluó la memoria «asociativa», la capacidad de recordar conexiones entre conceptos u otros recuerdos.
Aunque los participantes que se mostraron más activos durante el año anterior tenían un mejor rendimiento de la memoria en general, las áreas específicas de mejora dependían del tipo de actividad que realizaban.
El estudio concluyó que los participantes que hacían ejercicio a intensidades moderadas tenían mejores resultados en las tareas de memoria episódica, mientras que los que hacían ejercicio a intensidades altas se desempeñaban mejor en las tareas de memoria espacial. En este sentido, cabe destacar que, los participantes sedentarios que rara vez hacían ejercicio no se desempeñaban bien en las tareas de memoria espacial.
Por otro lado, los participantes con autoinforme de ansiedad o depresión tenían mejores resultados en las tareas de memoria espacial y asociativa, mientras que aquellos con trastorno bipolar autoinformado se desempeñaban mejor en las tareas de memoria episódica.
Por último, los participantes con niveles más altos de estrés tendieron a desempeñarse peor en las tareas de memoria asociativa.